Entre dos elecciones

El pasado domingo quedamos en la casa de una amiga para seguir la noche electoral en la televisión con vino y queso. Si se acabó el folletín de la elección presidencial, Francia se quedó con tres vencedores: dos que se sienten orgullosos de sus marcas electorales y uno que seguirá en el palacio del Elíseo. También cuenta con varios derrotados, más o menos afectados por su marca y las consecuencias financieras asociadas.

A mí me asombró el desfilé de personalidades políticas que yo pensaba jubiladas. Pero pronto nos cansamos de los discursos de estos segundos de a bordo y dejamos de escuchar la televisión.

Ahora empezó el folletín de las alianzas para las elecciones legislativas. Tendremos que aguantar tres semanas de negociaciones entre los diferentes partidos ya que la fecha límite de candidatura es el 20 de mayo. Luego un mes extra será necesario para elegir a los nuevos diputados y definir una nueva asamblea nacional el 19 de junio.

Confieso que me cansé de la increíble colección de mentiras que se nos regalan cotidianamente. Sin embargo, aproveché un día soleado para seguir la manifestación del día internacional de los trabajadores.

Cuando llegué a la plaza de la república, el señor Mélenchon estaba haciendo un discurso delante del cuartel de policía. Más adelante el cortejo se formaba en el bulevar Voltaire. Cuando llegué a la cabeza de la manifestación, tuve la sensación de que no había mucha gente. Algunos alborotadores empezaron a molestar y yo preferí volver a la plaza de la República.

De paso, noté un cartel cuya letra me encantó.

“Dejen de prohibirlo todo, ya no puedo desobedecer todo”. Mis viejos amigos me dijeron que tenía la chispa de 1968…  🙂

Mientras tanto, los inquilinos de la calle Caulaincourt lagarteaban en alguna terraza o paseaban por el mercadillo de segunda mano instalado en las aceras. Entre los objetos expuestos, noté una lámpara de Gino Sarfatti y algunas estatuas antiguas de enanos de jardín. Desgraciadamente, el presupuesto de la temporada no da abasto para estas fantasías.

Y como no cuesta nada, seguiré caminando por las calles de París para entretenerme.

Esta entrada ha sido publicada en París y etiquetada como , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta