El sábado por la mañana, miré la lista de los mercadillos de segunda mano y dos acontecimientos me llamaron la atención. El primer mercadillo se hallaba cerca de la iglesia del muy adinerado barrio de Auteuil. El segundo estaba instalado en la calle de las escuelas, en el barrio latino, al pie de la Montaña Santa Genoveva. Confieso que me desanimó el largo trayecto necesario para visitar el primer mercadillo y preferí pasear por el barrio latino.
Desgraciadamente, la tarde empezó con una llovizna que desanimó a los paseantes y a los vendedores. Total, cuando llegué a la zona del mercadillo, algunos puestos seguían tapados y los dueños de otros ya estaban recogiendo sus tesoros.
Seguí caminando hacia el Instituto del mundo árabe, en donde un autobús me llevó a la estación de Lyon en donde había un atasco gigante.
Cuando llegué al cruce de la calle de Lyon y de la calle Daumesnil, vi una tropa multicolor de jóvenes participando a la Gay Pride parisina. Los socorristas me confirmaron que se trataba de la cabeza de la manifestación así que tuve ganas de quedarme un rato para admirar el desfile.
Había mucha gente, gritando, corriendo, alegre de participar al acontecimiento, pero no conseguí identificar los diferentes grupos.
Total, recorrí la avenida Daumesnil rumbo a la Puerta Dorada, para ver lo que llegaría luego y conseguí llegar a la plaza de los leones sin ver los camiones de sonido usuales.
Pero más adelante, noté uno de estos camiones, y al acercarme, constaté que había una larga fila de camiones y manifestantes esperando el arranque.
Había muy buen rollo en esta parte de la avenida ocupada esencialmente por asociaciones en la calzada y por los vecinos en las aceras.
Después de tantas músicas, me impresionaron los tres minutos de silencio em memoria de todos los muertos por Sida.
Más adelante, me paré para admirar una magnífica criatura.
Muchos kilómetros, pero también mucha energía…