Esta semana nos tocó una nueva ola de calor.
Si yo formo parte de los favorecidos que trabajan en un edificio de alta calidad medioambiental “refrigerado”, con una temperatura relativamente agradable, el bochorno parisino me atrapa cuando me marcho de la oficina. Generalmente, necesito una decena de minutos para acostumbrarme a la temperatura exterior y luego puedo seguir caminando.
Esta semana tuve ganas de pasear por la parte Sur del “Marais”, la que se halla entre el Sena y la calle Saint Antoine, justo al lado del “Village Saint-Paul”.
En esta parte de la capital, las calles son relativamente estrechas y las construcciones antiguas no dejan entrar mucho sol. Entonces caminar en la sombra resulta muy fácil y provoca ya una buena sensación de fresco.
Aproveché este momento para admirar las impresionantes puertas que protegen las construcciones más antiguas y sus patios.
Más adelante pude admirar un patio protegido por una reja, con suelo de adoquines y una profusión de vegetales. Eso es la mejor manera de refrescar las viviendas.
Pasé por la calle Saint-Paul en donde una bonita tienda de empapelados me llamó la atención. Presentaba unos productos muy bonitos, pero probablemente fuera de mi presupuesto (preferí no preguntar). Tampoco me arriesgué a enfrentar todas las tentaciones de las tiendas del “Village Saint-Paul”…
En la calle Saint Antoine, muy concurrida, me paré en una heladería antes de volver a explorar esta zona, mucho más tranquila. Encontré una escuela, un complejo deportivo y otros detalles que demuestran que hay gente real que vive aquí. Pero al mirar el precio (muy alto) de las viviendas, me cuesta imaginar el perfil de estas personas.
Total abandoné esta zona para seguir rumbo al norte y a sus barrios más agitados.