Para bien empezar el año quise cumplir el compromiso que tenía con una ex – colega y visitar su nueva instalación cerca de Nantes. Desde mi casa de campo, tenía varias posibilidades para viajar hacia Nantes, pero no pude resistir a las ganas de pasar unas horas en París.
Por suerte, el tren de la mañana fue puntual y eso me dejó un par de horas para caminar por la ciudad.
Si excepto el parce de Bercy, el barrio que rodea la estación de Bercy no tiene mucho encanto: ministerio de economía y finanzas, oficinas de todas clases, palacio polideportivo… pronto crucé el Sena para pasar por sitios más agradables rumbo al bulevar Saint-Marcel.
Entresemana, caminar por los bulevares que separan el distrito V de los distritos XIII y XIV es muy agradable porque son amplios, con calles secundarias arboladas y poco tráfico automóvil. Al mirar las tiendas y los productos que proponen, se nota que los habitantes tienen un poder adquisitivo relativamente alto. Desgraciadamente, la tienda del pastelero que quería visitar estaba cerrada así que seguí rumbo al Oeste.
Al llegar a la estación Port Royal, me desvié para contemplar la fuente del Observatorio.
Luego pasé por varias calles al azar, pero no tenía bastante tiempo para perderme tranquilamente por el distrito VI.
Preferí seguir rumbo a la estación Montparnasse. Mientras esperaba el segundo tren del día, visité varios niveles de la estación, mirando de paso las diferentes tiendas instaladas en estos espacios. Constaté que Hermé y Ladurée tenían casetas para vender sus macarrones, pero resistí a las tentaciones.
Por ser el último día de las vacaciones escolares, había muchísima gente en la estación y el ambiente me pareció algo agobiante. Por suerte, el segundo tren también fue puntual y pude escaparme rápidamente.
Pensaba hacer otra caminata en medio de mi viaje de vuelta, pero el viento, el frio y la lluvia me quitaron las ganas…
Mañana se acaban mis vacaciones y tendré otras oportunidades.