Retomando el ritmo parisino

Se acabaron las vacaciones y con gusto volví a la gran ciudad. Nada más llegar a casa, hice varias vueltas dentro de mi barrio para hacer las imprescindibles compras alimentarias y constaté de paso que en varios sitios ya estaban preparando la temporada de las rebajas.

Al día siguiente volví a mi instituto de siempre en donde las pocas personas presentes andaban muy preocupadas por el proyecto del gobierno acerca de las reglas de jubilación y bastante inquietas por las facturas de energía.

Total, la apertura de las rebajas no provocó mucho entusiasmo.

Yo no hice nuevas exploraciones y por la lluvia y los días cortos, hasta me costó volver a casa caminando. Pero ayer empecé a recuperar el ritmo parisino.

Por la mañana, hice una larga caminata rumbo al ayuntamiento de París y constaté que, en este barrio central, ya estaban preparando el nuevo año chino. No había mucha gente así que pude acabar rápidamente con mis compras.

Por la tarde, otra caminata con una amiga me llevó cerca de la plaza de la Bastille en donde nos refugiamos en un café para librarnos de la lluvia. Visitamos varias tiendas sin encontrar lo que buscaba mi amiga.

Hoy, día de frio y sol, tenía cita con una argentina cerca de la puerta de Clignancourt para visitar el mercado de las Pulgas.

En el mercado Biron, se extiende la zona dedicada al arte contemporáneo. En las calle des Rosiers, derribaron un antiguo taller para construir edificios de viviendas en su importante parcela. También derribaron casetas cerca del mercado Malik y se supone que pronto van a construir nuevos edificios.

Al final del recorrido por los diferentes mercados, un autobús nos llevó directamente a Châtelet y caminamos rumbo a la impresionante zona de obras de restauración de Notre Dame. Se notan progresos, pero todavía quedan muchas cosas por hacer.

Luego pasamos por la iglesia San Severino para ver sus vitrales modernos y su pilar espiralado y la dejé al lado de la fuente San Miguel para que pueda explorar el barrio latino tranquilamente.

Al atardecer visité el mercadillo de antigüedades instalado en la tranquila avenida Trudaine y no compré nada.

Finalmente, fue una buena semana…

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