Salir del metro y entrar directamente en el parque Monceau forma parte de los pequeños placeres de la vida parisina. Hay personas que corren por la alameda exterior, oficinistas que se apuran para llegar al trabajo y otros, como yo, que disfrutan la belleza de este gran jardín romántico.
Al alejarme de este recinto por la calle Rembrandt, me paré un rato para admirar la pagoda roja antes de seguir por la calle de Courcelles para explorar la zona de ordenación concertada Beaujon.
En los años 2000, la parcela libre del antiguo hospital Beaujon empezó a interesar a los planificadores y la primera cosa que construyeron en este espacio fue un central telefónico subterráneo.
Un decenio más tarde surgió la necesidad de conectar el centro de la manzana con las calles adyacentes, de construir equipamientos públicos y viviendas sociales. Las obras fueron bastante complicadas. Crearon una calle en forma de U cuyas extremidades comunican con la calle del Faubourg Saint-Honoré. Acondicionaron un pasillo peatonal que comunica esta calle con la calle de Courcelles. Y construyeron una escuela, una piscina, un centro deportivo y varios edificios de viviendas sociales alrededor de un pequeño jardín.
El resultado me pareció bastante acertado y como está relativamente a salvo del tráfico automóvil, proporciona un espacio de tranquilidad apreciable.
Otro cantar fue al salir de este recinto.
En la calle d’Artois, están renovando varios edificios y a las molestias de las obras se combinan el ruido del trafico y la pestilencia de las basuras de los restaurantes.
Más adelante, al pasar por la calle Paul Cézanne, tuve la sensación de estar en un programa inmobiliario de oficinas con tiendas en la planta baja. Desgraciadamente, varias tiendas ya no tienen dueño.
Luego seguí por la avenida Matignon, admirando de paso las obras de arte expuestas por los galeristas.
Caminé por los Campos Elíseos rumbo a la plaza de la Concordia y entré en el jardín de las Tulerías. Desgraciadamente, estaban preparando unas instalaciones temporales para la presentación de accesorios de moda, así que preferí escaparme y hundirme en el metro.