Mis deambulaciones por el distrito XV me llevaron a la calle Santos-Dumont, muy cerca del parque Georges Brassens. Si ya visité esta zona veinte años atrás, no recordaba bien su ubicación y su “aparición” fue una buena sorpresa.
Las casas de tejados puntiagudos siguen existiendo y si cambiaron el color de algunos postigos, todas me parecieron muy bien mantenidas. Curiosamente, en esta ciudad en donde cuelgan placas en cualquier sitio para señalar que alguna celebridad vivió en este sitio, no pusieron cartel para señalar la casa en donde vivió Georges Brassens.
Busqué la entrada de la villa que lleva el mismo nombre que la calle y lo que encontré fue una buena sorpresa.
Años atrás, este callejón sin salida era una zona de aparcamiento, pero ahora los coches desaparecieron e instalaron vegetales de todas clases en los espacios liberados.
Este callejón se convirtió en un refugio muy tranquilo que permite olvidar la agitación de la gran ciudad. Ahora el último edificio de la ciudad alberga un hospital de día. Y entre todas las casas que miré, me gustó mucho la tranquilidad de esta fachada.
Pasé un ratito soñando, pero pronto volví a la realidad y seguí rumbo al Norte para recorrer zonas de altos edificios y alegorías de jardines…