Esta semana visité la tienda de un zapatero que se halla al lado de Bastille. Yo venía con botas que ya llevan tres años aguantando mis paseos y cuyas suelas no pueden más. En esta pequeña tienda disfrazada de casita de monte, cinco obreros estaban trabajando y uno de ellos me atendió de manera muy amable. A la hora de la mundialización y de la sociedad del consumo, mola encontrar sitios como éste, que reparan zapatos en vez de tirarlos para venderte otros, y constatar que necesitan cinco obreros…
También visité varias tiendas de mayoristas que venden productos orientales y me impresionaron los precios de varios productos. Caminando rumbo a casa pasé delante de la pequeña iglesia ortodoxa serbia que se halla en la calle Simplon. Por suerte estaba abierta y entré para descubrir el sitio. Me encantó la sencillez de este espacio así como la colección impresionante de iconos. Pero no quise molestar y me marché de puntillas sin sacar fotos.
Este fin de semana tocaba escoger entre todos los acontecimientos organizados en París: Celebración de la comida local en la orilla del Sena, Promoción de las movilidades alternativas en la plaza de la República, gratiferia en el distrito 20, fiesta de los jardines…
Yo preferí regalar un largo paseo por la colina de Montmartre a unos viajeros argentinos. Por la fiesta de los jardines pudimos explorar el jardín salvaje de la calle Saint Vincent y para librarnos de la llovizna, visitamos la exposición que celebraba 25 años de muestras de Arte Bruto en la Halle Saint Pierre…
Si este recorrido se acabó al lado del canal Saint Martin, yo seguí rumbo al mercadillo instalado en el bulevar Beaumarchais, entre el circo de invierno y bastille.
Y ahora toca descansar para borrar las agujetas 🙂