Mundos paralelos

El lunes por la mañana, mi autobús de siempre me dio la oportunidad de constatar los daños provocados por los alborotadores de la manifestación de la víspera. ¡Impresionante! Entra la plaza Léon Blum y la plaza de la Nación, destrozaron metódicamente todos los escaparates de los bancos, así como varias vidrieras de agencias inmobiliarias y otras oficinas relacionadas con las actividades financieras.  También rompieron las puertas de dos almacenes de productos bio y los manifestantes se apropiaron todas las mercancías disponibles.

Si condeno estas destrucciones, también considero que son representativas de la distancia cada día más importante entre las élites que gobiernan y los ciudadanos de a pie que no pueden llegar a fin de mes. Para estas personas, alojarse es una pesadilla y el banquero es un enemigo, así que se entienden sus destrucciones muy selectivas, pero no resuelven nada…

A veces pienso que tendríamos que proponer a los legisladores el desafío de vivir un mes con el salario mínimo, pero no sé si sería suficiente para que entiendan lo que viven algunos desgraciados…

Por suerte, yo puedo visitar algunas tiendas de vez en cuando.

Para empezar, probé el proceso de devolución de algunos productos a una firma de muebles sueca. Recorrí la larga calle de Rivoli, notando de paso que se ven cada día más comercios vacíos con carteles “se alquila” o “se vende”. También descubrí un nuevo almacén de la firma, dedicado a la decoración en la calle de Rivoli. El trámite de devolución se hizo en un plis plas y pude seguir rumbo al Norte, por la calle Montorgueil.

Aproveché otro atardecer para visitar una tienda de decoración en la calle de Sévigné. Mientras la dependiente se ausentaba para traerme el producto que había pedido, tuve un intercambio muy divertido con otro cliente, relativamente incierto en frente de un tejido… Miré varias cosas, pero me limité a la barra de hierro colado que quería para poner cortinas en mi casa de campo. Sobra decir que el trayecto de vuelta a casa con una barra de casi dos metros me costó bastante atención, pero no lastimé a nadie.

Ayer también visité varias tiendas en busca de tejidos y cortinas… En las tiendas que se hallan al pie del Sagrado Corazón, los dependientes se quejaban de bajo nivel de ventas. En el BHV y alrededor, se veía mucha gente ojeando, pero pocas personas con bolsas de compras.

Lo cierto es que las subidas de precio anunciadas últimamente asustan a cualquier persona…

Yo seguiré caminando y limitando las compras non esenciales a cosas acertadas.

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