Aproveché los últimos días de vacaciones para contemplar la migración de las grullas, antes de migrar hacia el Norte con las gatas y una buena cantidad de vituallas.
Al llegar a París, siempre me asombra la agitación de la gran ciudad y necesito un momento para readaptarme. Por suerte, no tuve problemas con los transportes y pude viajar hacia mi casa sin dificultad.
Al volver a mi instituto de siempre, pronto constaté que ya empezó la temporada nocturna. Cuando me marcho de casa, todavía es de noche y si se alarga la jornada laboral, también vuelvo de noche. Si quiero vez la luz del día, algo tendré que inventar.
El miércoles, por la madrugada, había una cantidad impresionante de furgonetas de policía y varios autobuses esperando en el bulevar. Por la hora sospeché que estaban reuniéndose antes de detener a todos los migrantes acampando debajo de la línea de metro número 2.
El jueves, tuve que recorrer la calle de Clichy al atardecer y fue una buena sorpresa. Noté muchas tiendas en ambas aceras y varios sitios para tomar una copa al salir del trabajo. Más adelante la plaza de Clichy no parece tan acogedora, probablemente por el tráfico automóvil.
Ayer varias organizaciones feministas habían convocado una gran manifestación contra las violencias sexistas y sexuales, a partir de la plaza de la República. Si no vi el cortejo, por la cantidad de atascos que provocó la manifestación, pienso que fue un éxito.
Y para acabar con mi readaptación parisina, hoy pasé una gran parte del día visitando las tiendas del centro de París, descubriendo de paso un nuevo fresco cerca del centro Pompidou.
Continuará…