Si algún médico lee estas líneas y quiere mudarse a París, que se ponga en contacto con el ayuntamiento del distrito 18 y seguro que le ayudarán a instalarse. El otro día con mi doctora, hicimos la lista de los médicos que dejaron de trabajar sin encontrar sucesores y pudimos nombrar a cinco personas en un perímetro de medio kilómetro cuadrado. Total los pocos que siguen asumiendo consultas sin cita, tienen que hacer horarios de locos para atender a todas las personas que entraron en su sala de espera y finalmente se agotan poco a poco…
En los laboratorios de mi barrio también hay mucha cola. No puedes pedir hora y el otro día tuve que esperar hora y media para una toma de tres minutos y eso a pesar de llegar 3 minutos después de la hora de apertura…
En el hospital público, el trato es diferente. Si te atienden correctamente en el proceso de emergencia, ya no tienen espacio para albergar a las personas que necesitan atención ulterior. Ultimamente, un conocido padeció un paro cardíaco de 15 minutos. Si consiguieron reanimarle aparentemente sin secuelas, tras hacerle tres operaciones en tan solo cuatro días, le hicieron regresar a su casa aunque necesitaba mucha atención todavía, con las consecuencias que uno puede imaginar : recaída por un lado y agotamiento de los familiares por otro. Y fue nueva estancia de tres días y nueva salida cuanto antes…
Y el maltrato se extiende a muchos aspectos de la vida cotidiana de los parisinos.
Se ven cada día menos empleados en las taquillas del metro parisino y cuando hay uno, te explica que para comprar billetes es preciso usar una máquina.
En muchos almacenes, resulta complicadísimo encontrar a un dependiente capaz de proporcionarte las informaciones que necesitas. Reducen el número de cajer@s y te invitan a usar las cajas automáticas, lo cual viene a hacer el trabajo de estas personas pero sin cobrar.
Y lo peor fue promulgado por el ministerio de haciendas que anunció que cobraría 15 euros extras a los que no hacen la declaración de la renta por internet…
Pero aunque fastidien, estos asuntos interesan esencialmente a las personas relativamente instaladas en la sociedad parisina. Mis largos paseos por las calles de París me dejan ver otros tipos de maltratos.
Con la bajada otoñal de las temperaturas, la vida en la calle se vuelve cada día más complicada. Desaparecieron las tiendas y la lluvia lastima colchones y sacos de dormir. En la calle Poulet, un hombre sin hogar había instalado una mini alfombra roja al lado de sus pies y un paraguas abierto (aunque no llueve) a modo de techo. Me impresionó esta capacidad de inventar un espacio privado en medio de la acera.
Que triste es lo que describes hoy! Y mas triste aun comprobar que es más de lo mismo, en todas partes igual… Es la cara oscura de París. La cara amable son las personas que, como tu, son capaces de descubrir las injusticias aunque estén ocultas por la belleza de la ciudad más hermosa del mundo.