Saltos de pulga

Por fin compartí la última galleta de reyes de la temporada. Ahora podremos volver a unos intercambios menos calóricos. 🙂

Esta semana tocaba asistir a una reunión en el centro de conferencia del ministerio de Hacienda en Bercy. No tenía prisa y quise explorar una calle cuyo nombre me evocaba una carne de alta calidad. Pero nada de prados y de vacas en esta zona más bien una sucesión de edificios sociales construidos a lo largo de los carriles de la estación de Lyon. Imagino que la proximidad de la estación compensa de sobra el ruido de los trenes…
Poco después me dejaron entrar en la fortaleza de Bercy y pude constatar una vez más el increíble desfase entre los altos funcionarios y la gente de a pie.
Lo que más me divertió fue el sistema que filtra entradas y salidas: totalmente automatizado y tan sofisticado que una de las empleadas no paraba de explicar como usarlo…
¡Vivan el progreso y la tecnología!

Por suerte también pasé por otros barrios.
La venta de un jersey por medio de un sitio de segunda mano me llevó a la estación Concorde y tras arreglar el trato, confieso que a pesar del viento fresquito, pasé un rato contemplando el panorama.


Luego caminé bajo los soportales y pude actualizar mi cartografía de los comercios parisinos. Al oeste, tiendas y hoteles de lujo contemplan el jardín de las Tullerías. Luego se ve una sucesión de tiendas para turistas y acabamos con la manzana de los anticuarios. No tenía la energía de volver caminando y encontré en la calle du Louvre un autobus que me llevó directamente a casa.

La lluvia de los últimos días me quitó las ganas de pasear pero también me regaló los reflejos de los faroles en la superficie mojada de la plaza de la república.
Tras comentarlo con un amigo, creo que prefiero las luces que se ven temprano en la mañana a las que acompañan la llegada de la noche. Cuestión de ritmo, de actividades y de ambiente: la gente de la mañana, a veces semi dormida, todavía no enfrentó el estrés de la grande ciudad y se comporta de manera más civilizada. Yo como los demás 🙂

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Esperando el invierno.

En algunas circunstancias surgen unos momentos surrealistas. Eso ocurrió el pasado miércoles, cuando el consejo de barrio organizó una reunión acerca de los jardines. No es que el tema no sea interesante y yo como otros pienso que los jardines forman parte de los equipamientos colectivos de las ciudades. Pero entro todos los problemas que tienen que enfrentar los habitantes, la invitación a sembrar flores al pie de los árboles pareció algo irrisoria.
Sin embargo, al transformar la calle invadida por los vendedores callejeros en jardín, resolveríamos casi todos los problemas de sus vecinos. Y al sembrar cannabis, podríamos conseguir que los vendedores de droga se convirtieran a los cicuitos económicos cortos… 😀

Ayer por la mañana volví a encontrar a algunos de los organizadores del consejo de barrio al lado de mercado de l’Olive. Pero es que el alcalde de París, Bertrand Delanoë, pasaba por el barrio para apoyar la lista de su sucesora, la franco-española Anne Hidalgo. Yo preferí no detenerme…

Hoy hice un largo reccorido desde la Goutte d’or, rumbo al Carroussel del Louvre, sin mapa pero solicitando mi brújula mental 🙂
En el palacio Brongniart, antigua sede de la bolsa de París, presentaban la moda del invierno 2014-2015 para los hombres, mientras algunos enterados visitaban la casa Kenzo en la calle Vivienne.
Yo seguí rumbo a los jardines del Palacio Real. Los árboles ya no tienen hojas, las fuentes no funcionan y están vacías, pero la estatua del pastor con su cabra sigue llevando palomas…

Luego pasé un gran rato en las tiendas del Carroussel del Louvre. Si no encontré el póster que buscaba, me dejé seducir por varios carillones. Pero tras instalarlos en casa, tengo la sensación que las gatas desaprueban estas compras, y eso que compré un modelo pequeño especialmente para ellas. Ya veremos si se acostumbran 🙂

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Enero, entre reyes y rebajas

Mientras la población de varios paises acogía a los reyes magos, los parisinos volvían a trabajar y yo entre ellos.
Para bien empezar con el año nuevo, uno de los rituales laborales consiste en compartir una galleta de reyes entre colegas, lo cual aplaza al menos una semana la dieta necesaria para borrar los excesos navideños 🙂

¡Nuevo año, nuevas sorpresas!
Esta semana anunciaron que el precio de los pisos había bajado un 4% en París. Pero al escudriñar los anuncios, parece que los vendedores no se enteraron.
Y mientras tanto se ven cada día más mendigos en las calles y en el metro de la capital…
«No tengo trabajo, no tengo casa» me dijo uno de estos, y como si fuera para puntuar su frase, sonó su celular :-0

Tras una primera semana laboral bastante agitada, aproveché el fin de semana para hacer otra vez un recorrido por mi barrio con guía. Esta visita, organizada por el instituto de las culturas del Islam, se enfocaba sobre la presencia del Islam en el barrio y esta nueva manera de mirar el territorio me pareció requete interesante. No sólo porque el conferencista supo recordar rapidamente la larga historia de las relaciones entre Francia y los paises islámicos sino también porque aclaró varios detalles que había notado sin entenderlos.
Así aprendí que la reunión de varias decenas de hombres mayores en una de las pequeñas plazas del barrio es una cita semanal para seguir en contacto a pesar de la dispersión de este grupo en la región parisina.
El recorrido pasó por el nuevo edificio recien inaugurado del instituto. Si el sitio es un establecimiento cultural del Municipio de París, la primer planta pertenece a una asociación de culto pero el responsable de la asociación nos dejó mirar la sala de abluciones y entrar unos minutos en la sala de oración, en donde añadieron una cortina improvisada para separar hombres y mujeres…
Ironía de la vida, al pasar por la escalera que lleva a las plantas superiores pudimos admirar los retratos de los obreros que participaron a la construcción del edificio. Entre ellos se veía una sola mujer, profesión arquitecta…
Pero la parte principal me pareció muy acertada.

Y hoy constaté que muchos almacenes estaban abiertos para atrapar mejor a los clientes con las rebajas de temporadas.
Pero de momento resistí a la tentación. A ver cuanto tiempo lo aguanto 🙂

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¡Y un año más!

Son muchos los parisinos que aprovecharon la segunda semana de las vacaciones escolares para marcharse unos días. Algunos contribuyeron a llenar las estaciones de esquí que alcanzaron una tasa de ocupación del 85%. Los demás visitaron a su familia o a sus amigos.
Yo no tenía ganas de marcharme y con gusto aproveché esta relativa tranquilidad a la hora de ir de compras.

El martes por la noche, para bien acabar con el 2013, pasé por la plaza du Tertre. Los restaurantes ya renunciaron a sus terrazas y se veían pocos pintores y poca gente. Total pude admirar sin prisa las iluminaciones de esta plaza tan parecida a una plaza de pueblo. Desgraciadamente no tenía mi cámara de fotos.
Así que el miércoles por la noche, para bien empezar con el 2014 y a pesar de la llovizna, subí de nuevo hasta la plaza para sacar una foto y colgarla aquí. Por cierto me instalé en una de las terrazas para tomar un café y puedo informarles que su precio llega a 3€50… Pero el panorama merecía la pena 🙂

Al día siguiente, en varias tiendas empezaron las ventas privadas reservadas a los clientes privilegiados. Mientras tanto los ciudadanos de a pie examinaban los productos y calculaban los descuentos probables a partir del 8 de Enero, inicio oficial de las rebajas en París.

El viernes por la mañana, recorrí una gran parte de la calle del Faubourg Saint Antoine y constaté que las tiendas de moda siguen invadiendo el antiguo barrio de los ebanistas. Pero todavía quedan algunas ferreterías y siempre me maravilla la visita de estas tiendas.
También me paré en una tienda que vende molduras y elementos decorativos de madera. Confieso que algunos angelitos me parecieron muy bonitos pero resistí a la tentación 🙂

Y ahora sólo falta desear para todos un 2014 más generoso que el 2013 🙂

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Navidad parisina

Al pasear por las calles de la capital, el lunes y el martes, se veía que los parisinos estaban arreglando los últimos detalles de la fiesta navideña.
Yo hice cola delante de una charcutería del distrito 18 y no vi pasar el tiempo porque la gente estaba compartiendo su experiencia de las preparaciones expuestas en el escaparate, recomendando unas y descartando otras.
Hice otra cola delante de la tienda de Arnaud Larher y en este sitio, los clientes recopilaban el recorrido profesional de este mejor obrero de Francia.

Mientras la plaza de la república lucía su vestido de lluvia, la tormenta Dirk privaba casi 300.000 hogares de electricidad para Nochebuena…

Al día siguiente, amanecimos con viento y sol y caminé rumbo al centro Pompidou con la idea de visitar su librería. Visiblemente, muchas personas tuvieron la misma idea porque la tienda estaba llena de clientes y circular entre los mostradores resultó bastante complicado. Por suerte, encontré rapidamente la zona que me interesaba y pude pasar un buen momento contemplando varios libros de arte.

Por la noche, los periodistas empezaron a contar tonterías: afirmaron que la mitad de los regalos de navidad se vendía al día siguiente y como prueba, precisaron que en los sitios de venta anunciaban 10000 anuncios extras. Yo no soy periodista pero sé contar y digo que con 65 millones de habitantes, uno de cada dos con un regalo y un regalo de cada dos vendido, serían 16 millones de anuncios extras. Pero ser periodista y tener criterio parece cada día menos compatibles.

El jueves y el viernes, pasé de nuevo por el centro de París y constaté que las tiendas seguían a tope de clientes. Por suerte, también pasé allí a destiempo y pude contemplar una plaza Beaubourg casi desierta.

Hoy quise visitar la exposición dedicada a Serge Poliakoff en el Museo de Arte Moderno de París y a pesar de la cantidad de visitantes no me arrepentí. Aproveché la ocasión para admirar las colecciones permanentes y recomiendo esta visita de acceso gratuito que permite ver varias obras maestras.
Nada más salir me encontré en un paisaje de postal 🙂

Y para alargar la sensación, caminé por la orilla izquierda rumbo al centro de París, admirando de paso el puente alejandro III, el Gran Palacio, la gran rueda instalada en la plaza de la Concordia, el museo de Orsay, el Louvre y Notre Dame…

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