Apocalipsis

La semana empezó con este anuncio recurrente en el metro: «Cuidado, unos carteristas son susceptibles de actuar en su vagón«. Por suerte la gente que viaja en metro va cada día más encerrada entre sus auriculares y no se entera de nada. En cuanto a los demás, controlan su bolso y empiezan a mirar con insistencia a los otros viajeros. Confieso que no pude resistir y anuncié a la galería: «¡Soy yo!»
Pero tuve la sensación que no me creyeron 🙂

El miércoles fue cuando hice una caminata de tres kilómetros llevando una silla sobre los hombros porque no tenía otra opción. Si admito que las miradas asombradas de la gente me ayudaron a llegar a casa casi sin darme cuenta, al día siguiente, si que noté agujetas. Por suerte, topé con la maquinista más simpática de mi autobus de siempre, y tras abandonar a los demás viajeros en la plaza de la Nación, me llevó clandestinamente y me dejó al pie de mi oficina.
A todos los que se quejan de la conducción tranquila de los maquinistas, declaro que en algunas circunstancias es mucho más deportiva :-)))

Ayer quise celebrar el fin de la última semana laboral del año y mientras muchos parisinos emprendían el viaje hacia la tierra de su familia, caminé rumbo a Bastille antes de pasar por unas calles tranquilas del Marais en donde encontré una nueva forma de arte callejero.
Antaño los artistas instalaban tótemes encima de los postes anti-estacionamiento, ahora transforman la parte superior de los postes en criaturas.


Después de este momento de poesía, llegué al BHV y no pude aguantar el ambiente apocalíptico del último sábado antes de Navidad. Entendí porque habían anunciado una actividad récord en las noticias y me escapé corriendo de las zonas comerciales.

Hoy preferí quedarme en casa y acabar de leer el impresionante libro de Leonardo Padura «El hombre que amaba a los perros».
Y ahora tocará escoger otro libro entre los que esperan…
¡Feliz Navidad para todos!

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¡531€!

Eso sería el presupuesto que los franceses prevén dedicar a la fiesta de Navidad y por el pesimismo local, es un 0,9 por ciento menos que el año pasado. Y yo tengo la sensación que los comercios batallan cada día más para captar este poder adquisitivo…

Pasé de nuevo por la calle Montorgueil entre semana y como ya era de noche me impresionaron las iluminaciones instaladas por la asociación de comerciantes. De paso, unos ecologistas me regalaron su folleto y constaté con alegría que, de momento, impidieron la instalación de un Mc Donald en su distrito…
Más arriba, en el barrio popular de la puerta des Poissonniers, algunas asociaciones instalaron un mercadillo de navidad solidario. Desde sus casetas abiertas a los cuatro vientos, proponían algodones de azucar y sesiones de maquillaje a los niños del vecindario.
Más cerca de mi casa, la sala de teatro alternativo LMP albergaba en su planta alta una exposición venta reuniendo varios artistas del barrio y tengo entendido que en el distrito 20, otro sitio alternativo organizaba un acontecimiento parecido.
Yo sigo resistiendo a las ansias consumistas de temporada…

Hoy tocaba enseñar la colina de Montmartre a una familia procedente de Buenos Aires y el sol se nos regaló una luz muy bonita para apreciar los colores del otoño que se acaba.

En la plaza de las Abadesas constaté que habían instalado una colección de casitas blancas para albergar el mercadillo de Navidad pero ni miramos lo que vendían.
En la calle Lepic, habían convocado una batucada para alegrar el ambiente.
En la plaza du Tertre, encontramos a muchos pintores esperando al cliente de los domingos.
Y al rededor del Sagrado Corazón se veía una colección de casitas de madera albergando otro mercadillo de navidad…
Tras casi cuatro horas subiendo y bajando, nuestros caminos se separaron. Pero me encantó la complicidad que sentí con estos paseantes…

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Escaparates navideños

Ya queda poco tiempo antes de Navidad pero de momento evité la fiebre consumista de temporada. Sin embargo, ayer, al salir de un concierto en la sala Gaveau, no pude resistir a las ganas de pasear tranquilamente rumbo a mi casa. Mi camino pasaba al lado de los grandes almacenes y me paré un rato para contemplar los escaparates animados del bulevar Haussmann. Aqui vienen algunas fotos: os dejo imaginar los movimientos y las miradas maravilladas de los escasos niños presentes (a pesar de la hora) 🙂

En este primer escaparate, algunos ositos alpinitas enfrentaban cimas nevadas mientras otros jugaban con trineo.

Ambiente muy diferente en el siguiente escaparate, dotado, como todos los escaparates animados de una pasarela para que los niños puedan verlo bien.

La zona de las chicas empieza con ositas cantando…

Y sigue con otras esperando una nueva bolsa de mano…

…o luciendo la que consiguieron.

Hoy aproveché una tarde soleada para caminar rumbo a San Eustaquio.
En el gran Rex, había una cola de varias centenas de metros para la última película de Disney.
En la calle Montorgueil, la vieja pastelería Stohrer estaba llena de clientes.
En la zona des Halles, mucha gente aprovechaba las aperturas excepcionales para hacer compras para las fiestas.
Yo esperaré las rebajas de Enero…

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Un cielo de guata color de arcilla

Noviembre se acabó con un cielo de guata color de arcilla. El frío empieza a picar un poco pero no llueve y pasear resulta muy agradable.

Después de probar un paseo con guía por mi barrio, quise repetir la experiencia en otra zona de París.
Para empezar, invité a varios amigos y así conseguí un grupo de buena compañía. Luego cité al guía de la pasada semana porque aprecié el ritmo de sus visitas. Y para acabar, escogí un lugar que todavía no conocía y que es amenazado por el proyecto de extensión de Roland-Garros: los invernaderos de Auteuil.
Quedamos en la entrada suroeste del jardín y el guía nos contó la historia del lugar en una decena de minutos. Luego empezamos el recorrido.
Confieso que no recuerdo el nombre de todos los árboles que mencionó el guía pero me encantaron los colores otoñales del sitio.

Luego visitamos varios invernaderos pero el recinto tropical me pareció particularmente adecuado para olvidar el otoño parisino.

Acabamos por la parte amenazada por el proyecto: los invernadores calientes. Aquí se hallan las colecciones de orquídeas, hoyas, bromelias y helechos tropicales. También albergan una colección impresionante de rhipsalis…
Desgraciadamente ya había llegado la hora del cierre y no pudimos pasar mucho tiempo allí 🙁
Al final, la visita tardó más de dos horas pero no vi pasar el tiempo.

Para alargar este momento a destiempo, hice el camino de vuelta en autobus.
Auteuil, Passy y sus inquilinos adinerados, el Trocadero y la visión de la torre Eiffel, los Campos Eliseos con las iluminaciones navideñas, la calle Matignon y sus galeristas, San Agustín y la zona de los grandes almacenes…
Algunas líneas de autobus te regalan un paseo muy turístico 🙂
Pero hoy tocara admirar el gran invernadero de Auteuil.

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Contrastes

El otro día, al pasar por la estación Barbes-Rochechouart, constaté desde la planta superior que el mercado de la miseria había invadido el recinto del metro.

En este mercado, los vendedores despliegan mantas en el suelo para exponer sus objetos. Algunos proponen prendas, zapatos o dvd, otros venden conservas y productos de higiene por cuatro duros. Este sistema paralelo ayuda muchas personas a mantenerse a flote y por eso es porque la policía actua como si no se enterara…

Seguí caminando rumbo a un café recién rehabilitado en donde una nueva asociación organizaba una reunión con la gente del barrio.
Mientras el equipo de Francia de fútbol peleaba para conseguir su calificación para el mundial, los socios de la asociación explicaron que ya no soportan las ventas callejeras, que quieren poner un pleito a la jefatura de policía por un lado y al municipio por otro y de momento intentan reunir dinero …
Y mientras algunos tomaban la palabra, se escuchó un concierto de bocinas cuando los argelinos empezaron a celebrar la calificación de su equipo.
La reunión se acabó sobre las diez de la noche y la calificación de Francia ocurrió poco después.

Al pensarlo, mi barrio cuenta con hinchas de al menos 6 equipos: Francia, Nigeria, Costa de Margil, Camerún, Ghana y Argelia. Se me da que el mundial de fútbol va a ser un gran momento 😉

Total, y para preparar el acontecimiento, me apunté a una visita guiada titulada: «Château Rouge, pequeña Africa en la Goutte d’or».
El hecho de dar la vuelta de su barrio con un guía es une experiencia especial. Yo llevo ya dos años en esta zona y conocía casi todos los lugares que nos enseñó el conferencista. Pero su presentación me desveló varios detalles que no había pillado y eso que la visita se enfocaba solamente en la presencia africana.
¡Repetiré!

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