Estrenando el 2013

Celebré el año nuevo en mi refugio borgoñón. Si esta semana lejos de la vorágine parisina resultó tremendamente descansada, también me regaló varias experiencias interesantes.

Para empezar comparé algunos precios locales con los precios parisinos y noté unas diferencias sorprendentes.
Si el pan parisino cuesta 20% más, el peluquero cobra 25% más, la esteticista 60% más, la entrada de ciné cuesta dos veces más en París y los embutidos de temporada tres veces más. Por cierto, la proporción de parados es más baja en la capital y los sueldos son más altos, pero eso no compensa estas diferencias…
Total aproveché estas vacaciones para ver cuatro películas en una semana 🙂

También me asombró la sensación que la actividad se acababa al anochecer. A las 17 los feligreses cierran los postigos y a las 20 casi no queda gente en la calle. En Nochevieja, di una vuelta rumbo al río y tuve la curiosa sensación de pasear por un pueblo de fantasmas. 🙂

Hasta las mejores cosas tienen su final y tras unos días allí, la vuelta a París siempre resulta bastante brutal.
¡Qué de gente en el tren, en el metro y en mi barrio multiétnico!
Pero pronto se recupera el ritmo parisino 🙂

Ayer me fui de tiendas con mi cómplice de siempre. En el BHV, la gente estaba ojeando en previsión de las rebajas oficiales que empiezan el próximo miércoles. En varias tiendas ya proponían rebajas privadas bajo invitación…
Había gente por todas partes pero la proporción de compradores quedaba bastante baja.

Y para celebrar los reyes probé una riquísima galleta con crema de almendras, preparada por uno de mis pasteleros preferidos 😉
Nada mejor para enfrentar las malas noticias cotidianas…

¡Feliz 2013, con luchas justas y algunos logros! 🙂

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¿Quién habló de tregua de los confiteros ?

Yo me dejé seducir por estos ositos de chocolate…

Y ahora toca digerir…
¡Feliz año nuevo!

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Después del fin del mundo…

Los medios de comunicación parisinos ya nos tenían preparados para el fin del mundo. Así que todo el mundo organizó su semana normalmente y en estos días, a pesar de la crisis, se aceleraron los preparativos de Navidad. Para muchas personas se trataba de reunir los elementos de la tradicional cena de Nochebuena y de hacer los pedidos adecuados.
En cuanto a los regalos, si no pasé por los grandes almacenes, recorrí varias calles parisinas y noté una frecuentación relativamente normal en las tiendas. Pero dicen que la mayoría escogió tranquilamente en internet para conseguir los mejores precios y librarse de la fiebre compradora.
Total anunciaron que el promedio de gastos de las familias francesas alcanzaba 639€. Yo no llego a tanto pero tengo amigos muy organizados que me resuelven el tema del champán o del foie gras por cuatro duros… 🙂

Hoy, quise compartir con vosotros el ambiente navideño de los Campos Elíseos. Así que me dejé caer tranquilamente desde Montmartre hasta la plaza de la Concordia.

La gran rueda ilumina la entrada del jardín de las Tullerías y el árbol de navidad instalado a su lado me pareció muy chiquitín a pesar de sus 35 metros…
Luego caminé rumbo arriba y al lado de los jardines encontré la colección de casetas blancas que alberga el mercado de navidad. Nada del otro mundo en estas tiendas temporales y pocos clientes, pero para comprobarlo fue preciso enfrentar una auténtica marea humana hasta la rotonda de los Campos Elíseos.

En esta parte de la gran avenida, las fuentes lucían su traje de fiesta y la verdad es que la iluminación me pareció muy acertada.
A continuación tocaba admirar la decoración a base de círculos de leds.

En estos tiempos de ahorros de la energía, el uso de leds RGB es una buena opción para conseguir iluminaciones económicas. Además permiten una variación de los colores de las luces con los imprescindibles azul, blanco y rojo…

Y ahora sólo falta desearos una feliz fiesta de navidad…

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Una historia de paraguas…

Por su régimen de lluvias, París forma parte de las ciudades en donde merece la pena tener un paraguas.

Yo tenía un paraguas pagoda verde anís comprado en Aurillac, capital francesa del paraguas. Desgraciadamente este objeto quiso bajar solo la escalera y, al llegar a la planta baja, tenía varias «heridas». Total, tras unos días de reflexión, lo llevé a la tienda de reparación de paraguas que había descubierto por casualidad, al pasar por el muy discreto pasaje del ancla.

Llevaba siglos con las ganas de visitar esta tienda así que escudriñé los horarios publicados en la red y el jueves fue cuando me marché corriendo de la oficina para llevar mi paraguas herido allí.

Cuando llegué, constaté que la puerta de la tienda estaba cerrada, pero también había un cartelito indicando que el dueño estaba en su taller e invitando a tocar el timbre. Llamé y efectivamente el dueño apareció poco después.

Nada más entrar le presenté el gran herido y esperé el diagnóstico con algo de angustia.
El hombre empezó a examinar mi paraguas y tras un primer vistazo, me anunció que podría repararlo. Luego chequeó varios detalles para hacer el presupuesto y el precio resultó bastante razonable para quedar dentro de mis posibilidades.
Pero este hombre tiene muchos clientes y el plazo de reparación alcanza casi un mes.
Total empecé a mirar los paraguas expuestos en la tienda…

El primero que me llamó la atención fue un modelo rosa tirio, perfecto para alegrar las calles parisinas. Me parecía interesante cuando el dueño me enseñó los ribetes adornando las costuras exteriormente. Casi no se notaban así que miré otro modelo.
Tela perlada, parecida a seda con motivos evocando la Provenza… Un modelo muy bonito pero difícil de combinar con cualquier trapo.
El siguiente tenía una parte central de lunares, un parte exterior de rayas y una cinta de encaje entre los dos. Muy bonito pero totalmente incompatible con el contenido de mis armarios.

Al final escogí la combinación de una tela color ciruela con ribetes rojo, rosa y naranja. Pero el hombre también me enseñó algunos modelos que había fabricado en su taller y pude admirar varias maravillas. Pero tampoco quise abusar de su paciencia y sé que podré examinar otros modelos cuando vuelva para recuperar el «herido».

Ya tuve varias oportunidades de estrenar mi nuevo paraguas ciruela y recomiendo esta tienda a todos los que aprecian el trabajo de los auténticos artesanos 🙂

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Esperando la nieve…

Esta semana, se esperaba la nieve…
Anunciada para la noche de jueves a viernes, provocó varios problemas en las afueras de la capital pero cuando salí a la calle, sólo quedaba algo de nieve en los techos de los coches y no daba para organizar una batalla :-)))

El viernes por la noche quise salir del metro en la estación Lamarck Caulaincourt, cuyos andenes se hallan a 25 metros debajo del acceso a la calle. Había mucha cola frente a los ascensores así que preferí pasar por la amplia escalera de caracol. Entonces empezó una larga ascensión y mientras subía, constaté que muchas personas de todas las edades habían hecho la misma elección y enfrentaban los escalones con un buen ritmo hasta la salida.
¡Nada mejor que las escaleras de Montmartre para seguir en forma!

Al día siguiente, tocaba dar un paseo por el barrio de la Goutte d’Or…
Unos meses atrás, el ministro del interior de Francia, Manuel Valls, inventó un nuevo concepto territorial: la Zona de Seguridad Prioritaria (ZSP). Teoricamente, se trata de poner más medios en estas zonas para erradicar las diferentes formas de delincuencia y volver a una relativa normalidad.
El barrio de la Goutte d’Or es el único barrio parisino estigmatizado por esa clasificación.
Pero también es un barrio muy vivo y muy chistoso.
Total varios comercios se juntaron para organizar una contraataque: invitan a recorrer «su» ZSP para encontrar los regalos de Navidad pero este ZSP es una «Zona de Sabrosos Placeres«. :-)))
Me encantó la idea y aproveché el mapa que regalaban para visitar varios lugares que no conocía.

El sitio más extraordinario que visité es la librería de los libraires associés.
Es un sitio que se esconde detrás de una sencilla puerta de inmueble, sin escaparate ni cartel, sólo un timbre con la etiqueta «librairie». Llamas, abren la puerta y descubres un espacio increíble dibujando un L alrededor de un pequeño patio. Alto de techo, decorado con sobriedad, la planta baja cuenta con una pequeña zona dedicada a los libros animados y un gran espacio reservado a los bibliófilos.
También instalaron el sótano para albergar exposiciones temporales y cuando pasé por allí presentaban libros animados de David Carter.
Yo encontré un libro de la dibujante checa Kveta Pacovska y me fui de este sitio con un hipopótamo bajo el brazo…

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