Adviento…

Después de ver las casitas de los oficinistas, necesitaba cambiar de mundo y así es como participé a un cursillo de fabricación de corona del adviento en la tienda del florista de la esquina…
Confieso que al ver estas coronas colgando en las puertas, pensaba que formaban parte de las innumerables decoraciones navideñas y nunca me preocupé de su significación. Algo me explicaron en el cursillo pero lo que me interesaba era el proceso de fabricación y los elementos disponibles para decorar la corona. Al final conseguí un resultado poco convencional pero conforme con lo que quería 😉

Tras este momento creativo, resultante de la tradición cristiana, pasé una parte de la noche del viernes en el instituto de las culturas del Islam.
En este espacio temporal, proponían un concierto excepcional de qawwali, canto religioso sufí indo-pakistaní, con cinco músicos procediendo de Karachi. La barrera del idioma no permitía apreciar los textos y sus enseñanzas pero la música invitaba poco a poco a una forma de meditación muy alejada de los rituales occidentales.

El sábado seguí este recorrido multi cultural en un cine del barrio latino para ver (con algo de atraso) la película «Después de Lucía». Me impresionó la maestría de esta obra y su manera de presentar la violencia, sencillamente, como una cosa muy ordinaria… ¡Por algo consiguió varias distinciones!

Al salir de la sesión de cine, a las 23, necesitaba caminar para digerir algunos momentos de la película y recorrí la calle Mouffetard, rumbo al Sena. Constaté que esta calle todavía forma parte de los sitios en donde los estudiantes celebran los fines de semana, compartiendo copas en la calle.
A partir de la plaza Maubert noté poca gente en las calles y al llegar al pie de Notre Dame constaté con rabia que habían instalado una curiosa construcción temporal y que ya no queda espacio en la plaza. Según tengo entendido se trata del camino instalado para celebrar los 850 años de historia de la catedral, pero todavía no está abierto al público y de todas formas ya era hora de volver a casa.
Total me hundí en el metro Cité y seguí rumbo al norte.

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Otros recorridos

Quise aprovechar el tiempo suave de los últimos días para hacer unos recorridos entre semana.

Para empezar, hice un largo camino entre la plaza de la concordia y la colina de Montmartre.
Si uno quiere tener una idea del auténtico lujo parisino, refinado pero sin ostentación, recomiendo pasar por la calle Cambon. Relativamente discreta, esta calle alberga tiendas de alta costura así como hoteles y restaurantes de categoría… y algunos escaparates son realmente muy bonitos.
Luego pasé por la zona de los grandes almacenes y constaté que por allí todo esta listo ya para los preparativos navideños.
Luego la calle Blanche me llevó tranquilamente rumbo arriba hacia la zona de las abadesas y me perdí en el barrio de Montmartre 🙂

Aproveché otra tarde corta para visitar una tienda de jardinería en busca de una maceta para colgar y me encontré en medio de la típica instalación navideña con pinos incluidos. Me escapé corriendo de este templo del consumo y seguí caminando por la orilla del Sena rumbo a la estación de Lyon.
Si ya pasé varias veces por esta zona de París, nunca fue de noche y como no había prisa, me deleité un rato contemplando el reflejo de los edificios iluminados de la orilla derecha en el rio. Pero esa sensación cambió completamente al mirar los nuevos edificios de oficinas de la orilla izquierda. Sus amplias fachadas de vidrio desvelan todos los espacios interiores y no dejan la más mínima intimidad a los oficinistas.

Si algunos intentaron humanizar el espacio instalando algunos vegetales, no compensa la mala sensación que uno tiene al contemplar estos animalitos humanos encerrados en sus cajitas de vidrio… Y además se sabe enseguida quien se marchó más temprano que los demás…

En fin…
Me refugié en uno de los autobuses que camina rumbo a mi casa e intenté olvidar esta pesadilla…

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Recorridos urbanos

El pasado miércoles, la Confederación Europea de Sindicatos convocaba una jornada europea de lucha contra la austeridad. Con un grupo de colegas, participé a la manifestación parisina cuyo recorrido empezaba al pie de la torre Montparnasse y se acababa al lado de la escuela militar. Pero en el desfile se contaban a penas unas 20000 personas y tardamos poco más de una horita para recorrer el trayecto completo.
A las 3 y media estaba al lado de la escuela militar y de allí salí para otro recorrido menos político y más errabundo…

Para empezar caminé rumbo a la explanada de los inválidos antes de seguir la calle de Grenelle hasta su extremo este. Curiosamente había poca gente en la calle y pocos clientes en las tiendas de lujo de esta zona muy burguesa. Para pasar el tiempo las dependientes de categoría jugaban con su tableta táctil mientras los vigilantes escudriñaban su móvil… Yo seguí caminando.
Al llegar a Saint Germain des Prés fue cuando encontré algo de vida. Luego quisé probar un autobus que no conocía y el trayecto me regaló, de paso, una visión muy interesante sobre los edificios comerciales de la calle Réaumur.

Al día siguiente pasé por el BHV y constaté que algunas plantas del almacén siguen en obras. Sin embargo pude encontrar las fruslerías que buscaba y pasar un buen rato ojeando otras.
Al salir no quise meterme en el metro enseguida y pasé por el centro Pompidou.

Por la noche y por el frío, la plaza yacía casi abandonada, como me gusta 🙂

Ayer dediqué una parte de la tarde a buscar cortinas. Constaté con tristeza que la tienda de tejidos Toto esta vaciando el edificio que ocupa en el bulevar Barbes antes de venderlo… Mientras tanto el mercado Saint Pierre estaba a tope de clientes y en algunas plantas la masa resultaba insoportable.
Ojear, apuntar precios, calcular y comparar… Tendré que volver allí entre semana con mis asesores de siempre….

Y para bien disfrutar el descanso dominguero, pasé por un café de la zona de Oberkampf, en donde una cantante interpretaba canciones cuya letra tiene una relación con el metro. Al salir, acabé en el salón de té argelino de la calle Saint Maur…
¡Hasta pronto!

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Una buena semana

Tras la semana corta de Todos Santos, me costó retomar el camino de la oficina para cinco días seguidos. Por suerte, varios episodios alegraron estos días.

Para empezar una amiga aprovechó sus vacaciones para pasar por mi casa y después de una cena copiosa en un restaurante de mi barrio surgió la necesidad de hacer un pequeño paseo «digestivo». Total subimos arriba de la colina de Montmartre y después de dedicar un rato a la contemplación de París, pudimos disfrutar de una plaza del Tertre casi desierta, con una decena de retratistas cazando clientes. Y para daros envidia aquí dejo la foto…


Al día siguiente, me invitaron a un acontecimiento muy interesante en un centro cultural. Uno de los pasteleros de Pierre Hermé enseñó a unos sesenta asistentes requete atentos el largo proceso de la fabricación del postre llamado Ispahan. Muy bien organizada, la sesión empezó por la degustación de este pastel y a continuación, mientras realizaba las diferentes fases de la fabricación, el pastelero contestaba a las preguntas.
Aprendimos varios truquitos pero resultó evidente que este nivel de maestría necesita horas de aprendizaje. Al final pudimos admirar el postre fabricado y al salir de la sala, cada uno recibió una cajita con tres pequeños macarrones riquísimos.

El sábado fue cuando acompañé a una amiga buscando sofá. (Aunque parezca mentira, perdió sus dos sofás en el incendio del taller del artesano que acababa de renovarlos…). Recorrimos el largo bulevar Raspail y la parte Oeste del bulevar Saint Germain en donde se halla una buena variedad de tiendas de muebles. Visitamos media docena de tiendas y probamos varios sofás pero de momento mi amiga no tuvo corazonada. Yo noté varios objetos cuyo diseño me gustó mucho pero preferí no mirar los precios…
Y este largo recorrido se acabó en la tienda de Pierre Hermé…

Ayer pasé un largo rato en una tienda de jardinería para preparar el invierno de las plantas más delicadas. De momento las temperaturas permanecieron superior a 6 grados y ayer llegaban a una docena de grados. Pero preferí anticipar. Instalé un pequeño invernadero en mi balcón y empajé varias macetas. No sé si será suficiente para mis cactus pero ya es algo.

Y ahora empieza una nueva semana laboral de cinco días…

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¡Todos Santos!

Ya empezaron las vacaciones escolares de noviembre. En mi instituto, son muchos los que pidieron unos días y para los demás, no hay tiempo para aburrirse…

El miércoles, al atardecer, noté con sorpresa una larga cola delante de la tienda de disfraces del bulevar Voltaire y me contaron que pasaba lo mismo en la tienda del bulevar Beaumarchais. Tras un relativo desinterés, parece que la gente vuelve a celebrar Halloween. No sé si corresponde a la necesidad de cambiarse las ideas, pero esta celebración no deja de asombrarme.

El día de Todos Santos, constaté una vez más que son cada día más numerosos los comercios que no respetan los cierres de los días festivos. El frutero, como muchos comercios de alimentación, estaba abierto por la mañana. Pero varios supermercados y tiendas de mi barrio permanecieron abiertos todo el día.

La sorpresa del día vino del cielo, con un episodio muy corto pero muy impresionante de granizo

Por suerte, el sol reapareció poco despues y la dueña de la bici pudo seguir con su máquina.

Yo aproveché el puente para pasar dos días en mi campamento borgoñón y constaté que allá también habían celebrado halloween. Pero una colección de calabazas y de fantasmas de todas clases en medio de la nada tiene más impacto que en el torbellino parisino.
Y por lo menos allí, tienen conversaciones muy serias acerca del próximo fin del mundo…

De vuelta a París, hice un micro paseo por la colina de Montmartre. Constaté con perplejidad que son muchas las tiendas que imponen la boina de pintor a sus dependientes. Me deleité al escuchar algunos comentarios de visitantes ojeando las viviendas de la colina…
Pero la gran noticia del día es que los restaurantes por fin desmontaron sus terrazas de la plaza du tertre. Durante unos meses, será de nuevo la plaza de los pintores…

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