Asunción

Tras una escapada de dos días para ver el mar, volví a casa a tiempo para disfrutar la calma del puente de Asunción y unos días de canícula.

El día 15 hice un largo paseo rumbo al centro de París y constaté una vez más que el concepto de día festivo se vuelve cada día más confuso. Pero también noté que en el hiper centro, algunos comercios importantes respetaron el cierre y dudo que sea porque tienen un cariño especial por esta fecha. La realidad es que su clientela abandona París en este momento del verano…
Yo aproveché la tranquilidad de las calles para visitar algunas tiendas abiertas y apuntar la dirección de algunas tiendas cerradas que parecen merecer una visita.

Al día siguiente pasé por el BHV, el gran almacen que se halla al lado del ayuntamiento. Me encontré en medio de una gran permutación de las secciones, y eso que tenía cita en una de las secciones trasladadas… Pero encontré a mi amiga y lo que quería comprar. Os dejo imaginar la vuelta en autobus con un cartón gigante…
¡Menos mal que hay mucha gente de vacaciones!

Luego tocó almorzar en una terraza tranquila para recuperar y tras un agradable momento, pudimos entablar el paseo del día.

Así es como encontramos esta asombrosa colección de objetos, supuestamente decorativos, al pie de un conjunto de viviendas sociales. Sobre gustos y colores no han escrito los autores, lo cierto es que el jardincito alrededor de este árbol nos pareció requete bien curado. Lo cual demuestra que sembrar algo de poesía en el cotidiano no es tan complicado.

A continuación pasamos por Paris playa y varios lugares con sombra porque ya teníamos mucho calor. Pero el episodio de canícula empezó al día siguiente.
Con 36 grados, la ciudad se vuelve rapidamente agotadora. No son temperaturas usuales por aquí, así que ni estamos acostumbrados, ni tenemos los equipos adecuados para pasarlo bien.
Entonces, para sufrir dignamente, visitamos al heladero Raimo y constatamos con alegría que sigue con la calidad de siempre. 🙂

A ver como aguantamos los próximos días de canícula…

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Agosto…

Se nota cada día más que muchos parisinos se marcharon de vacaciones… Menos tráfico en la calle, menos gente en los transportes y más velocidad para mi autobus de siempre que me lleva en menos de media hora.

De paso constaté que se veían más colchones y otros muebles abandonados en la acera. Mudanzas del verano, vacaciones del departamento encargado de recoger estos trastos o expulsiones, no conozco la explicación pero esta proliferación me asombró.

El miércoles fue cuando regalé un pequeño paseo por mi nuevo barrio a unos amigos que viven cerca de Bastille.
En este mes de Ramadan son muchos los sitios que proponen productos especiales para celebrar la ruptura del ayuno, y algunas preparaciones tienen muy buena pinta. Lo cierto es que este mes de ayuno es una auténtica prueba y algunos parecen cada día más cansados. Por suerte, sólo queda una semana y todo volverá al ritmo normal…
Entre los sitios que enseñé a mis amigos, tengo que mencionar la tienda de los elegantes congoleños. Acogen a la gente con mucha gentileza incluso cuando resulta evidente que no comprarás nada.

Al día siguiente, pasé por un sitio realmente diferente. Aquí pongo una foto y os dejo adivinar en que barrio la saqué :-))

Mientras paseaba, encontré varios comercios con un cartelito anunciando : «este verano la tienda permanece abierta«.
Eso se nota esencialmente en unos comercios que proponen productos de buena calidad sin llegar a ser «de categoría». Solidaridad con una clientela cuyas vacaciones seguían indeterminadas, miedo de ver los clientes mudar hacia otros comercios durante el cierre vacacional… ¡No sé!
Sólo sé que con gusto constaté que el pastelero de la calle caulaincourt formaba parte de estos comercios 🙂

Y ahora toca regar mis tomateras ya que mi frutera de siempre sigue de vacaciones…

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Caminando…

Para bien empezar con agosto, conseguí escaparme de la oficina para compartir uno de estos recorridos que tanto aprecio.
¡Es increíble la cantidad de detalles que cambian entre dos visitas sucesivas!

En el pasaje Choiseul, ya no se ve el cielo. Instalaron un techo de madera y espero que esto sirva para rehabilitar la vidriera. De momento desaparecieron la tienda de juguetes y la librería, pero se ven varios sitios nuevos para almorzar rapidamente con productos seleccionados.

La fuente Louvois ya no tenía agua y la sede histórica de la biblioteca nacional estaba en obras.
En los jardines del palacio real, un teatro efímero alberga la compañía nacional de Francia mientras renovan su sala histórica.
Al pie de San Eustaquio, ya no se ve la estatua que tanto me gusta pero se nota que la pusieron a salvo de las obras. Y mientras tanto la reforma del hiper centro sigue progresando…
En la plaza de la república, la gente ya se acostumbró a los nuevos carriles de circulación…
La verdad es que pasear por París sin pasar por una zona de obras resulta cada día más complicado. Pero supongo que todo volverá a la normalidad justo antes de las elecciones municipales de 2014… 🙂

Hoy quise visitar el mercado de las flores en busca de algunas plantas raras. En este mes de agosto, casi una tienda de cada dos estaba cerrada y en el espacio liberado, encontré una cantidad impresionante de vendedores de pájaros.

En la otra orilla del Sena, la gente paseaba por París playa bajo la lluvia…
Volvió este cielo gris que quita las ganas de pasear 🙁
A ver si tenemos sol de nuevo en los días que vienen.

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Flor de asfalto…

Desde la ventenilla de mi autobús de siempre, noté de paso una imagen de pura poesía.

El ritmo de los transportes públicos no dejaba bastante tiempo para escudriñar la instalación así que pasé de nuevo por allí al atardecer y constaté que los vecinos del número 22 del bulevar Voltaire se habían apoderado del hueco creado en la acera por la supresión de algún árbol muerto.
Unos meses atrás, la dirección de los parques y jardines hubiera regado este metro cuadrado con herbicidas de todas clases. Pero la moda ciudadana del momento es dejar rienda suelta a la naturaleza y así es como pudo desarollarse este micro jardín de plantas agrestes.

Y esta vuelta de la naturaleza «salvaje» se nota en varias partes de París…
El otro día, al lado del puerto de la Bastille, noté varias micro parcelas protegidas para que la flora local pueda desarollarse…
A ver cuanto tiempo seguimos con esta moda.

Mientras crecen las plantas, el pasado sábado fue cuando pasé por la estación de Montparnasse. En este día de gran salida de vacaciones, la estación estaba repleta de viajeros esperando un tren abarrotado, mientras los controladores ya no daban abasto con los problemas de reserva.

Tras despedirme del afortunado veraneante que acompañaba, encontré un autobus que me llevaba casi directamente a casa y pase un gran rato contemplando la ciudad desde la ventanilla.

Para los que vivimos aquí, toca el momento de encontrar abastecimiento alternativo ya que los comercios de siempre también cierran por vacaciones. De momento, sólo se fue el carnicero. Pero dentro de unos días también se marchará Doña Frutera…
Tengo que imaginar algún plan de supervivencia porque no basta con las fresas y las tomates de mi balcón.

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¡Vacaciones!

¡Ya empieza el mes de las vacaciones!
Se acabaron los examenes para los jóvenes y en las empresas que permanecen abiertas sólo queda un empleado de cada dos.
En las calles de la capital, el municipio aprovecha la ausencia de una parte de los parisinos para realizar obras por todas partes. Así que el tráfico sigue casi tan complicado como siempre. Pero atravesar París en bici al amanecer es un auténtico placer 🙂

Esta semana fue cuando instalaron los elementos de París playa y el espacio fue inaugurado oficialmente el pasado viernes. En la villette, la zona dedicada a esta instalación tiene la misma amplitud que el año pasado. En cambio en la orilla del Sena, el espacio resulta considerablemente reducido por las obras de rehabilitación: se trata de transformar una autopista urbana en un espacio más humano y de devolver el rio a los parisinos. Ya veremos si lo consiguen…

Yo aproveché el tiempo veraniego del fín de semana para visitar la instalación de la villette y constaté con alegría que los chiringuitos proponen precios bastante razonables.

No visité la playa en el sena pero pasé por el jardín Tino Rossi, al lado de la universidad, en donde habia varias zonas de baile.

Salsa, tango, … e incluso zonas sin música para pasar un rato con los amigos.

Constaté que la llamada del rio también funciona en el puerto de París, al lado de la plaza de la Bastille. Y tengo entendido que organizan paseos por el canal del Ourcq… Ya os contaré.

Mientras tanto empezó el ramadán para los musulmanes…
En la puerta del instituto de las culturas del Islam, una asociación empezó a distribuir comidas para la ruptura del ayuno.
De momento tengo buenas sensaciones ya que lo que percibo desde mi nueva instalación es una tolerancia mutua que me gusta mucho.
A ver si permanece durante este largo mes del ayuno…

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