Paseando

La semana pasada estaba de vacaciones. Antes de marcharme unos días lejos de la agitación parisina, quise pasear sin agobios y para eso cité a uno de mis viejos cómplices de siempre.
Quedamos en la salida de la estación de metro Quatre Septembre, pero como todavía no había llegado la ola de frio, me dejé caer cuesta abajo desde Montmartre hacia el punto de encuentro.
De paso constaté que son cada día más numerosas las tiendas transformadas en alojamientos en las calles secundarias del distrito IX.
También pasé un rato contemplando el escaparate de la tienda de bicis de la calle del Quatre Septembre. Pero me costó imaginar el uso normal de esos modelos de diseño muy sofisticados.
Además mi cómplice apareció y nada más empezar el recorrido del día, encontramos en otro escaparate, una bici realmente insólita.

Luego la primera visita fue para la nueva tienda de la marca Bodum en la avenida de la ópera. Cerraron las demás tiendas parisinas, instalaron mostradores en los grandes almacenes y en la nueva tienda sólo presentan los productos más recientes. Y para los demás es preciso pedirlos por internet…

Tras el descubrimiento de esta forma moderna de comercio, almorzamos en un pequeño sitio del barrio antes de probar el macarrón de avellana de Hermé… ¡Pura delicia! 🙂

Luego desviamos rumbo al forum en donde pudimos contemplar el progreso de las obras, antes de visitar varias tiendas del hiper centro comercial.
Si remodelan la ciudad, los elementos esenciales permanecen…

Pasé el resto de la semana en mi refugio borgoñón en donde vi llegar la ola de frio siberiano mientras seguía leyendo las noticias.
El instituto de estadísticas anunció una baja del consumo de un 0,7% en diciembre y de un 3,1% en 2011.
Si eso coincide con mis sensaciones al pasear por París me asombró la cifra de diciembre que se explica por el consumo de energía y de productos alimenticios…
¡Ojalá sólo sea temporal!

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Algunas sorpresas

A veces mi autobus de siempre da la vuelta antes de llegar al final de línea y cuando no hay prisa, sigo caminando. Eso me pasó el martes por la noche cuando el maquinista abandonó a los viajeros en frente de la estación del este.
Ya había contemplado las fotos dedicadas a la película de Scorsese y expuestas en las rejas de la estación. Ese día pasé por la calle del Faubourg Saint Martin que bordea los andenes y al contemplar el tren más cercano, pensé que alucinaba: varios vagones restaurantes del orient-express, iluminados, parecían esperar a sus viajeros.
Sé que son muchos los que sueñan con estos trenes de prestigio y que algunas empresas proponen viajes especiales para hundirse en la leyenda. Pero este martes se trataba de otra cosa: una de las empresas francesas del lujo había alquilado el tren para presentar sus nuevos productos a unos invitados cuidadosamente seleccionados…

Tras esos sueños de viaje, conseguí escaparme de la oficina para disfrutar de un rayo de sol.
Ritmo tranquilo entre el jardín del Luxemburgo y Montparnasse y desde el autobus que me llevaba a Montmartre, una imagen del Sena (algo borrosa) que comparto con vosotros.

El sábado, la comunidad china celebraba el año nuevo y paseaba con su dragón por la pequeña calle del templo, al lado del ayuntamiento. Contemplé el espectáculo desde una de las tiendas y entre llovizna y petardos no tuve ganas de seguir el desfile.
A cien metros, en la calle Beaubourg, dos despistados estaban refunfuñando: «¿Pero por donde se metieron estos chinos?» mientras los demás ni se enteraban de la fiesta…
Constaté una vez más que en París coexisten un montón de mundos paralelos.

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Rebajas sin compras

De momento, resistir a las tentaciones resultó bastante fácil.
Tras unos días de auténtico frío invernal, nos tocaron varias sesiones de esta llovizna que regala los resfriados y no es un tiempo ideal para salir de casa…

Pero en algunas ocasiones es preciso levantar el ánimo y visitar algunas pastelerías puede ser un buen remedio.
Con algo de atraso celebramos los reyes en la oficina y asi es como descubrimos que el cocodrilo de Lacoste puede servir de haba en el roscón de reyes. Pero pronto lo olvidamos para saborear la crema de almendras…
Y al día siguiente, cultivé la chispa positiva con un «moelleux» de chocolate.

Pero digerir estas golosinas implica caminar un poco y eso hice el jueves sobre las 18, mientras acompañaba a un amigo en una terapia kilométrica entre la plaza de la Nación y la plaza de la Bastille…
De paso, constaté una vez más que las rebajas no atraen a tanta gente como en otras ocasiones. Pero puede ser cuestión de horario o de meteorología.
El mismo día, probé un restaurante de mi barrio que propone una cocina francesa muy clásica, rica y correcta de precios… y estaba a tope de clientes.

El sábado descubrí con sorpresa una impresionante colección de autobuses aparcados en el bulevar de Montparnasse. Mientras tomaba un café me explicó el camarero que se trataba de la manifestación de los turcos contra el proyecto de ley sobre el genocidio armenio… Yo no tengo ideas sobre la pertinencia y la necesidad de esta ley pero me parece totalmente inoportuna…

Y mientras tanto el «laboratorio de la igualdad» arma una campaña de promoción para la igualdad de los géneros… Uno de los carteles declara «80% de la actividad doméstica incumbe a las mujeres», enseña la imagen de un señor perdido con su aspirador y concluye «¡Ánimo señores!»…

Todo pasa como si hubiera elecciones a la vista y si se tratara de atrapar a los votos 😀

Ayer aproveché un tímido rayo de sol para pasear un rato y descubrí un locutorio muy pequeño en donde se reunen jóvenes solitarios procedentes del subcontinente indio, reinventando un espacio colectivo.
París, tierra de contrastes…

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Rebajas sin Triple A

El miércoles fue cuando empezaron las rebajas en los almacenes parisinos.

Una semana atrás se notaba cierta agitación en las tiendas del centro de París y pensé que la gente ya estaba estudiando los productos y calculando las ofertas.
El martes por la tarde, pasé por la gran tienda de mi barrio y constaté que ya se veían las etiquetas coloradas que señalan las rebajas. Curiosamente, cuando pasé de nuevo por este almacén el miércoles por la noche no constaté el frenesí consumista que imaginaba (y eso que ya proponían descuentos hasta el 50%).
Mi recorrido continuó el jueves por la tarde cuando pasé por la calle del Faubourg Saint Antoine. Constaté un gran contraste entre las tiendas : algunas estaban a tope de clientes mientras otras estaban casi desiertas.

El viernes por la tarde Francia perdía el triple A.

El sábado, casi no se podía caminar por las aceras del Marais. Gente en las tiendas, gente en la calle y bolsas de compra por todas partes…
Me atrevi a entrar en el BHV y me asustó la cantidad de gente…
Y para colmo no había mesa libre en el micro café al lado del museo Picasso. 🙁

Hoy pude hablar de esta primera semana de rebajas con las chicas de la oficina y compartimos las sensaciones.
Todas coinciden en decir que ya no se ven las escenas histéricas que existieron en otros tiempos. Si se explica en gran parte por el desarollo de la precariedad económica, también resulta de las numerosas ofertas que las marcas proponen a lo largo del año o de las invitaciones para ventas privadas o rebajas anticipadas. Invitaciones por correo electrónico o SMS, recados en el buzón de voz, … ya no hay límites para atrapar al cliente.

De momento no encontré muchas tentaciones en mis recorridos, pero todavía quedan varias semanas.
A ver si supero la prueba. Os cito dentro de cuatro semanas y comparamos las compras 🙂

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Estrenando 2012

Celebré la nochevieja en mi campamento al lado del Loira y para bien empezar el año, el uno de enero por la tarde, quise ir al cine. La película más interesante en este sitio era la última obra de Martin Scorsese, Hugo Cabret.

Yo no tenía una idea muy precisa del tema de la película pero sabía que rendía homenaje a Georges Méliès, uno de los pioneros franceses del cine. Y descubrí una historia que te invita a pasear por un París de los años 1930.

La estación de la película me dejó bastante perpleja y no conseguí identificarla.
Y las imágenes de París desde el cielo también me desconcertaron porque no cuadran con mi idea de la geografía parisina.
Pero la historia es un bonito cuento y pasé un rato muy agradable al mirar esta película.

Al volver a París, encontré en las rejas de la estación del Este, una serie de fotos que presentan todos los detalles que Scorsese y su equipo utilizaron en la película con la ayuda de la sociedad francesa de ferrocarriles.
Asi fue como descubrí que la estación que inspiró más detalles es la estación del Norte (fachada, andenes, cristalera, columnas, sala de entrada, …). Pero también descrubrí que el gran reloj de la película fue creado a partir del gran reloj de Orsay, que la torre de la estación evoca la torre de la estación de Lyon y que Melies tenía una tienda de juguetes en la estación de Montparnasse.
Al fin y al cabo, se inspiraron de casi todas las estaciones parisinas menos la que presenta la exposición (estación del este) y la que imaginaba (estación de Saint Lazare).

Entonces tras pasar un rato contemplando los dibujos de todas clases que hicieron para concibir los decorados, fui a la estación del Norte para ver si todavía quedaba algo de las imágenes de la película.
Aquí os dejo la foto 🙂

¡Feliz año nuevo!

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