En medio del verano

Esta semana tocaba trasplantar una planta que tengo en mi despacho y para encontrar la maceta y los accesorios adecuados, es mejor pasar por una gran tienda de jardinería. Así fue como me encontré viajando en el autobús 325 rumbo a la gran biblioteca, atravesando el bosque de Vincennes y algunos barrios de los suburbios. En estas zonas, si no vives al lado de una estación de metro, el tema de los transportes se convierte enseguida en pesadilla. Pero cuando pasas por allí excepcionalmente, no tiene tanta importancia.

Ese día, con el tráfico reducido de las vacaciones, no se percibía el estrés de los atascos y pude contemplar tranquilamente el panorama. Las casas y los talleres desaparecen poco a poco y se ven programas de construcción de edificios de viviendas y de oficinas. Cerca del límite de París, también se ven residencias para estudiantes o para trabajadores africanos.
Yo me paré en el almacén del día y entonces todo fue cuestión de encontrar el mejor compromiso entre las tentaciones y el presupuesto.

Al salir del almacén, caminé un rato por la orilla izquierda del río rumbo al puente de Tolbiac. Desde el puente, uno tiene una bonita perspectiva hacia la gran biblioteca y también hacía los barcos instalados en la orilla, que albergan cafés y sala de conciertos.
Tras atravesar el Sena, yo seguí por la calle Joseph Kessel, agradablemente arbolada, que cruza el parque de Bercy Luego pasé por la calle de Pommard, en donde todavía se ven unos pabellones de otros tiempos, antes de seguir en autobús, rumbo a casa.

Pasé de nuevo por allí el jueves al atardecer e hice una exploración más metódica.
Esta zona fue totalmente remodelada a partir de los años 1980s. Casi todas las antiguas bodegas fueron destruidas y en el espacio liberado crearon el barrio que se ve hoy.

Casi todas las manzanas tienen una forma rectangular, con edificios rodeando un jardín central privado. En los edificios que bordean el parque se hallan los pisos de categoría. Los otros edificios albergan viviendas sociales o no, lo cual genera cierta diversidad social. Y algunos edificios, al lado de los carriles, albergan edificios de oficinas, naves e incluso una residencia social.

Yo me senté un rato en la plaza de los vinos de Francia en donde ya no hay vinos sino edificios de oficinas.
Luego pasé por la “Cour Saint Emilion” en donde habían instalado una decoración muy alegre de globos multicolores.

Esta zona sigue muy concurrida porque propone tiendas de moda, cines y sitios para cenar o tomar algo. Pero todo esto me parece demasiado caro y a veces me pregunto quiénes son etas personas que veo en las terrazas y como dan abasto con estos gastos…
Así que tras visitar una de las tiendas me marché corriendo.
Seguí caminando por el paseo que domina la calle de Bercy rumbo a la estación de Lyon.

París por fin tiene este ambiente veraniego con menos gente y gente sin prisa.
¡Qué bien!

Publicado en París | Etiquetado , , | Deja un comentario

Explorando tiendas

Últimos días de Julio, primeros de Agosto: algunos vuelven de vacaciones, otros se van y yo me quedo porque me gusta estar en París en este momento del año.

Yo sigo buscando una cerradura algo específica, porque une pintora que conozco me regaló un antiguo mueble fichero con persiana, que había decorado e instalado en su casa anterior. La pintura que adorna la persiana me gusta muchísimo y quiero restaurarlo correctamente. Total, visité varias ferreterías.

En la calle d’Avron, la tienda “Les forges de l’Est” siempre me llamó la atención porque propone herramientas de muy buena calidad en un barrio bastante popular. Si tuve que esperar un ratito, me atendieron muy amablemente. Expliqué lo que buscaba y como no lo tenían me indicaron la dirección de otra tienda especializada en ferretería del mueblista.

Me fui corriendo a este lugar y, después de dibujar el objeto codiciado, me regalaron otra vez una respuesta negativa. Pero el dueño, muy majo, me propuso que volviera a principios de septiembre par apuntar esta cerradura a un pedido más importante.

Seguí al azar, rumbo a una tienda que había notado en el bulevar Jules Ferry. Pero sus horarios de verano resultan incompatibles con mis horarios laborales.

El miércoles, hice otro intento por teléfono con una tienda del Faubourg Saint-Antoine que se llama “a la providence”. El señor que me contestó entendió perfectamente lo que buscaba, pero no lo tenía y me propuso una solución alternativa.

Entonces al salir de la oficina, fui al BHV cuya planta subterránea siempre fue famosa por la cantidad de piezas que proponen para reparaciones de todas clases.
Desgraciadamente, este almacén sigue buscando su identidad y después de varios experimentos más o menos acertados, ahora remodelaron la planta subterránea. Se acabó la cueva de Ali Baba y, por supuesto, no encontré la cerradura.
¡No tendré otra opción que pedirla en Internet!

Al salir del BHV seguí rumbo al Norte por el Marais. En esta parte de París, la buena vida se nota en la categoría de las tiendas y en la frecuentación de las terrazas de café.

Esta semana también pude admirar tranquilamente el oso polar que algún artista instaló encima de las rejas de ventilación del metro. Me alegró el día.

Y para bien acabar con esta semana veraniega, visité otra vez la heladería que se halla al lado de la plaza Daumesnil. Sorbete de cacao, sorbete de naranja con trocitos de corteza de naranja confitada y helado de jengibre…
¡Riquísimo!

Publicado en París | Etiquetado , , , , | Deja un comentario

Bochorno…

Ya no necesito viajar a Madrid para vivir varios días de calor aplastante ya que se puede experimentar esta situación en París. Pero al contrario de Madrid, en donde esta situación ocurre regularmente, en París provoca enseguida un plan de vigilancia de nivel rojo, probablemente porque la gente no sabe como adaptarse al calor y también por el trauma de 2003 y de los 10000 decesos provocados por la ola de calor.

Yo tengo la suerte de trabajar en un edificio de alta calidad medioambiental refrigerado. Pero mi piso tiene dos ventanas mirando rumbo al sur y si una tiene un muy buen nivel de aislamiento, la otra es un desastre térmico y no tiene persianas. Unos meses atrás pedí presupuesto para cambiarla, pero antes de hacerlo tendré que llevar varios meses ahorrando… Entonces el lunes por la mañana hice una primera instalación, con cortinas a modo de persianas.
Al salir de la oficina, pasé por una vieja ferretería de la calle Faubourg Saint Antoine, pero no tenían la cerradura que estoy buscando.
Cuando volví a casa, al atardecer, tenía 31° en el balcón y 26° en el piso.

El martes la dicha me acompañaba: sólo quedaba una manta isotérmica en la tienda de deportes que visité, en otro almacén, sólo quedaba dos pares de sandalias incluyendo mi número y sólo quedaba una frutería abierta en el mercado de l’Olive…
Al llegar a casa los termómetros marcaban 35° en el balcón y 27° dentro.

El miércoles al amanecer, instalé la manta térmica entre la cortina y la ventana, y con gusto me fui a trabajar en mi edificio refrigerado. Pero a pesar del calor, no hice horas extras y me marché para visitar otra ferretería.
En el autobús, el maquinista nos explicó que la validadora no funcionaba por causa del calor. Y la verdad es que este viaje en autobús se parecía a una sauna.
La dicha, cansada, ya no me acompañaba y en la tienda se veía un cartelito “cierre excepcional”. Seguí rumbo a casa y con gusto constaté que a pesar de los 38° en el balcón, tenía 28° dentro. También acogí a uno de mis vecinos que necesitaba refrescarse.

Habían anunciado que el jueves sería el día más caliente de la semana, con más de 40 grados en París. Y la verdad es que, por la mañana, ya tenía 30° en el balcón. Cerré todos los elementos posibles para conservar mis 28° interior y me fui a trabajar.
Al salir de la oficina, pasar brutalmente de 25° a 40° fue algo difícil, pero pronto se reactivó el metabolismo sureño y decidí que volvería a casa caminando (son siete kilómetros).
En la calle Saint-Maur, un hombre estaba regando la acera para refrescar su tienda. No pude resistir: me acerqué y le pedí que me mojara por lo menos el pelo. El hombre compadeció y después de esta ducha inesperada, pude seguir tranquilamente, alegrándome de paso por las expresiones de la gente mirando mis prendas empapadas.
Al llegar a casa, marcaban 40° en el balcón y 29° dentro.

Esta pesadilla térmica algo agotadora se acabó el viernes, con lluvia incluida.
Finalmente, los parisinos resistieron bastante bien a esta ola de calor y yo estoy calculando un plan de ahorros para cambiar mi ventana cuanto antes.

Publicado en París | Etiquetado , | Deja un comentario

Callejeando

Aproveché un atardecer tranquilo para pasear por las callecitas que comunica el Faubourg Saint-Antoine, al acercarse de la plaza de la Bastille.

En la esquina de la Calle del Dahomey con la calle Saint-Bernard, una antigua droguería sigue proponiendo todos los productos necesarios para renovar muebles de madera, piezas de mármol o de cobre. Muchos resultan de viejas recetas, poco compatibles con las normas ecológicas actuales, pero por la calidad que permiten conseguir, no faltan los clientes.

Más adelante, en la calle de “la mano de oro”, encontré una de las pocas tiendas de cortinas y pasamanería que siguen funcionando. Luego, al acercarme al Faubourg, constaté que los talleres de los artesanos fueron transformados en locales para comer o ir de copas.

Quise pasar de nuevo por la callecita descubierta 20 años atrás, al preparar un recorrido por el distrito XI. El pasaje Lhomme ahora sólo tiene un acceso a partir de la calle de Charonne ya que los nuevos inquilinos condenaron la entrada por el pasaje Josset. El patio ya no alberga artesanos, pero conservó un no sé qué de otros tiempos y una tranquilidad apreciable en este barrio.

Siguiendo por la calle de Charonne, visité varias tiendas en busca de ideas de alfombras y cortinas, pero nada me llamó la atención. Entonces pasé por el bulevar Richard Lenoir en donde constaté que ya habían derrumbado a la casa coronada por una botella. Dentro de poco su parcela formará parte del nuevo jardín que se extiende entre el bulevar Richard Lenoir y la iglesia Saint-Ambroise.

Al llegar a los bulevares Voltaire y luego Magenta, me impresionó la cantidad de grupitos de 2 a 4 personas, reunidas alrededor de un banco o de un colchón, y viviendo en la calle. Imagino que es una consecuencia de las evacuaciones repetidas de los campamentos gigantes del Norte de la Capital, que no resuelven los problemas y complican las acciones de los voluntarios que ayudan a todos estos refugiados.

Lo mejor de la semana ocurrió al tomar un café en un sitio de barrio. Comentaban los acontecimientos de la semana, listaban los fallos de los políticos y acabaron con esta frase:
“¡Tendremos que acortar a unos cuantos!”
Y al escuchar esta frase, pensé que este pueblo nunca olvida su historia y su capacidad de levantamiento 🙂

Publicado en París | Etiquetado , , | Deja un comentario

¡Fiestas!

Me cuesta recuperar el ritmo parisino, pero a pesar del calor, escogiendo las aceras a la sombra, hice varias caminatas.
En los bulevares que marcan la frontera entre los distritos 11 y 20 se veía mucha gente en la calle: los que tienen dinero sentados en alguna terraza de café y los demás en un banco público o en la silla que se han llevado.
Ese día no me retrasé y pasé por el “Monop” de mi barrio en donde muchas mujeres estaban buscando una oferta interesante. Yo hice compras de utilidad antes de volver a casa.

El miércoles caminé rumbo a la plaza de la Nación y si todavía no acabaron las obras, el sitio ya resulta más agradable para los peatones.
Seguí rumbo al BHV en donde pude visitar muy tranquilamente la planta dedicada a la decoración. Otro cantar fue cuando pasé por la planta de los zapatos: topé con una cantidad impresionante de mujeres en busca de alguna ganga y me marché corriendo.
Volví a casa caminando y constaté en varios puntos que los profesionales (taxistas, repartidores, …) se vuelven locos con las obras que se ven en cada esquina y complican el tráfico automóvil.
Al llegar a casa, varios griteríos me recordaron que ya empezó la temporada de la Copa de África de Naciones. Esa noche, celebraron la victoria de los Leones del Senegal…

El jueves me esperaba otra sorpresa ya que las aeronaves que participan al desfile de la fiesta nacional estaban preparando su exhibición y pasaron delante de la ventana de mi despacho. Confieso que ver estos aviones y helicópteros militares pasar tan cerca de tu lugar de trabajo resulta muy perturbador.

Al salir del trabajo, quise encontrar la nueva tienda del panadero que estaba instalado al lado de mi instituto y que se mudó cerca de la plaza Gambetta. Pero a pesar de escudriñar todos los comercios de esta zona, no identifiqué su tienda.
Más adelante, en la calle Rebeval, pude descubrir el dispositivo instalado por el Municipio durante la canícula. Se trata de un mástil con varios grifos que distribuyen agua y un pulverizadr en su parte superior.
No sé porque no instalaron cosas así en mi barrio.
Por la noche de este mismo día, los argelinos consiguieron la calificación para la semifinal.

Hoy, el Senegal ganó su semifinal. El helicóptero de la jefatura de policía se quedó casi media hora encima de mi barrio para controlar que ni se armaba un disturbio, ni la gente caminaba rumbo a los Campos Eliseos para celebrar la victoria.
Ahora empezó la segunda semifinal e imagino que estaremos otra vez bajo el control del helicóptero.
A veces, vivir en medio de un barrio rebelde tiene inconvenientes, pero compartir la alegría de la victoria de los Leones del Senegal lo compensa de sobra.

Publicado en París | Etiquetado , , , , | Deja un comentario