Recuperando el ritmo

Cuando volví a París, después de la canícula, la temperatura de mi piso todavía era de 28 grados. Y a pesar de varias noches con unos 17 grados, la temperatura interior no bajó mucho y ahora tengo unos 25 grados… (contemplé la posibilidad de cambiar el ventanal, pero de momento no tengo el presupuesto).

Dediqué mi primer día a llenar la nevera, tema algo complicado por el cierre definitivo de mi frutero de siempre 🙁

En el bulevar al lado de mi casa, habían cortado el tráfico para desmontar una grúa escondida en medio de una manzana. Si las operaciones me parecieron bastante espectaculares, provocaron un caos de coches en busca de un itinerario alternativo, con el concierto de bocinas asociado.
Confieso que cuando vuelvo de vacaciones, siempre me asombra el ruido de esta ciudad.

El martes volví a la oficina, viajando con mi autobús de siempre. Desde la ventanilla pude constatar que falta poco para que las obras de la plaza de la Nación se acaben. No se como los parisinos se apoderarán de este lugar, pero la nueva disposición me parece más agradable.

En la oficina me esperaban varios expedientes y 900 mails. No sé quién dijo que las herramientas digitales mejorarían la productividad, pero cuando se te cae encima una masa de este tipo, no te parece tan evidente…
Por suerte no fueron malos conmigo y pude ponerme al día sin presión.

Para bien empezar con esta vuelta, al salir de la oficina, visité por varias tiendas y constaté que llegaba tarde para las rebajas: los productos realmente interesantes ya habían desaparecido.
También pasé por la zona del centro Pompidou y se nota que los turistas del verano ya habían llegado.

De momento, no me metí en largos recorridos, pero sólo es cuestión de unos días y de encontrar zapatos adecuados.
¡Hasta pronto!

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Canícula

Hoy se acaba una sucesión de días de canícula, con temperaturas parecidas a las de la crisis del 2003. Por suerte, las casas viejas de mi lugar de veraneo tienen una buena inercia térmica y la temperatura interior se quedó naturalmente inferior a 27 grados.

Hoy toca preparar las maletas para el viaje de vuelta a París y me preocupa la temperatura que me espera en mi piso parisino, cuyos ventanales miran hacia el sur. Por seguridad la gata se quedará en una de las casas viejas. Y yo no tendré otra opción que adaptarme a este bochorno.
Luego os cuento.

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Vacaciones

Ya llegó la primera sesión de vacaciones.
Este año me pareció larguísimo y necesito descansar.
Algunos dirán que es porque envejezco y eso no lo puedo negar.
Pero también fastidian todas las inquietudes provocadas por las medidas del gobierno de Macron. Algunos amigos temen un despido, otros constatan que tendrán que trabajar muchos años aún antes de poder jubilarse y los jubilados constatan que las pensiones llevan varios años sin revalorización.
Para los demás, la multiplicación de los indicadores de desempeño quita mucho sentido a nuestras actividades laborales.

Me cansé de oir estas coplas sin sentido y necesito escaparme.

Sé que me espera un sinfin de actividades en mi refugio borgoñón, pero cada una tiene sentido y al acabarse, regala la alegría de las tareas bien hechas.
¡Hasta pronto!

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Cerca de la calle Vercingetorix

Hice otro paseo con el guía del pasado domingo.
Este señor nos citó al lado de la salida de la estación de metro Plaisance y nos explicó que la zona fue remodelada en los años 1980s. En el siglo XIX, este barrio albergaba muchos obreros que trabajaban en talleres y fábricas, aprovechando la cercanía de la estación de ferrocarriles de Montparnasse para desarrollarse.
La extensión de la estación y la necesidad de proporcionar viviendas decentes a la población parisina llevó el municipio a definir una zona de renovación urbana en donde los arquitectos conservaron todos los edificios en buen estado y demolieron los demás para construir varias torres.

Después de explorar el pequeño jardín que se halla al lado de la estación de metro, seguimos rumbo a la antigua calle del “molino de la virgen”, cuyo nombre evoca el antiguo molino que se hallaba en esta zona.

Los urbanistas crearon varios talleres de artistas al pie de las torres, pero desde fuera, resulta difícil percibir la contribución de sus inquilinos a la vida del barrio.

Seguimos rumbo a la calle de Gergovie en donde se hallaba uno de los talleres que ocupó el Douanier Rousseau. Luego pudimos admirar una antigua panadería que evoca el molino.
A continuación, seguimos por la senda verde que crearon a lo largo de los carriles.

Este camino atraviesa varios jardines y permite descubrir una muestra interesante de vegetales de todas clases. En su extremo norte, una pequeña terraza regala un panorama asombroso, con las torres Eiffel y Montparnasse.

El camino se acaba en el jardín del Cardinal Wyszynski, muy frecuentado por las familias con niños del barrio.
Hicimos otra vez el inventario de los vegetales interesantes. Constatamos que los cinco talleres de artistas que bordean el jardín resultan inhabitables por el ruido de los tráficos automóvil y ferroviario, y entramos en la iglesia Nuestra Señora del trabajo.

Ya conocía esta curiosa construcción, pero con gusto di una vuelta por el interior, descubriendo, de paso, algunas esculturas que no había notado. Tanto me gustó este momento por dentro de este edificio que no vi que el grupo se había marchado y no volví a encontrarlo.

Lo cierto es que tendré que volver por esta zona para recorrerla a mi ritmo.

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Paseando por el distrito XIV con un guía

El guía nos citó en la puerta de Vanves.
Yo quise probar el itinerario del autobús 38 y llegué tarde a Port Royal. Así que tras mirar algunos detalles de la calle Boissonnade, tuve que seguir corriendo para no perderme el principio del paseo. Cuando llegué, una decena de personas ya estaban presentes. Y a la hora en punto, el guía empezó la presentación del día.

Resulta que unos meses atrás, al explorar el sendero 2024, ya había visitado esta zona de París. Pero los comentarios del guía nos invitaron a cambiar de mirada.

En este punto de París es donde llegan todos los trenes que vienen de Bretaña y ahora también de Burdeos. Eso significa una cantidad impresionante de trenes y el ruido que acompaña. Por cierto, el conjunto de puentes dedicados a los ferrocarriles en la puerta de Vanves, es un ejemplo perfecto de la arquitectura industrial del siglo XIX. Pero el ruido de los trenes no me dejó la posibilidad de captar las explicaciones extras.

Luego pasamos un rato en el pequeño jardín que se halla en este punto para apreciar la diversidad de las plantas que se instalan más o menos naturalmente. Si no fuera por el ruido el jardín tendría encanto y una asociación de vecinos ya hubiera exigido que la fuente funcione de nuevo. Pero yace abandonado por los vecinos y proporciona un espacio de campamento para los que no tienen domicilio.

Caminamos un poco rumbo al norte antes de pararnos en otro jardín para examinar las plantas y los árboles de la parcela. Al ser domingo no pudimos visitar el magnífico taller del ebanista y seguimos por la calle Vercingétorix.

Hicimos una larga parada en el jardín de los junquillos (en donde no hay junquillos) para contemplar varios árboles cuyo nombre ya se me escapó.

En esta zona de urbanización forzada, percibir la naturaleza en medio de estas torres macizas resulta relativamente complicado. Y más aún cuando los pequeños patios de las manzanas vienen segmentados por rejas.

Pasamos por el patio del hospital Saint Joseph en donde pudimos admirar macizos de flores salvajes antes de seguir rumbo a un conjunto de viviendas sociales en donde aceptaron la instalación de un jardín compartido para mejorar las relaciones entre los inquilinos. Y la verdad es que el resultado es bastante impresionante.

A continuación, llegamos al sitio anunciado como el más impresionante del paseo: el jardín compartido del molino de la virgen. Lo bueno de este jardín es que no tiene muchas rejas. Pero como se haya en medio de una manzana, no puedes olvidar la presencia agobiante de estos altos edificios. Por suerte el jardín compartido estaba abierto y pudimos intercambiar un momento con una mujer muy activa en la asociación que cuida el sitio y en busca de nuevos socios.
Tendré que pasar de nuevo por allí más tranquilamente.

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