Noticias de barrios

Estos últimos días me llevaron malas noticias.
Para empezar, cerrarán definitivamente la frutería que se halla al lado de mi casa. La doña que lleva este comercio tiene que vender el local para compartir su valor con su hermana. Consiguió una oferta y dice que tiene que arreglarlo todo antes de fin de junio.
Algo parecido ocurre con los dueños de una panadería que se halla cerca de mi trabajo. Tenían un contrato de tres años con un molinero y ahora tienen que marcharse y buscar otro sitio. La doña me habló de una panadería cerca de la plaza Gambetta así que con algo de suerte podré encontrar su nueva tienda.

Esta semana, pasé algunas veces al lado del metro Barbes-Rochechouart y constaté que al atardecer había un mercado de comida especial para el Ramadán. En medio de todas estas preparaciones empapadas en miel se veía una colección impresionante de avispas y pensé un rato que todas las avispas parisinas estaban en mi barrio.
Preferí pasear lejos de esta zona.

Aproveché un atardecer soleado para pasar otra vez por la calle Alphonse Penaud (distrito XX) en donde hay un antiguo edificio de ladrillo que alberga una colección de aparcamientos de otros tiempos. Dicen que van a destruirlo para construir viviendas y quise conservar una imagen de este sitio.

El martes, los compañeros que estaban de vacaciones volvieron a la oficina y pude respirar un poco. Al atardecer pasé por varias calles que se hallan al lado de la estación de metro Faidherbe-Chaligny y visité rápidamente el jardín de la Folie Titon. Esta zona me pareció muy agradable y tendré que volver allí con amigos para probar algún de los sitios que noté de paso.

Los demás días de la semana se perdieron entre asociaciones, amigos y colegas necesitando apoyo.

Hoy tocaba votar por las elecciones europeas. Esta vez no me reclutaron como asesor así que pasé rápidamente por la escuela que alberga mi colegio electoral antes de visitar el pequeño mercado de segunda mano instalado delante de la iglesia Saint Bernard.

Luego probé el nuevo recorrido del autobús 38 que me llevó al distrito XIV.
Al mirar a la gente instalada en las terrazas de los restaurantes del bulevar de Montparnasse, pensé que esta burguesía adinerada no tiene los problemas de fin de mes de la gente de mi barrio. Y lo mismo pasará con los que gobiernan este país.
A ver lo que dicen los votos del día…

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Altibajos

La semana empezó de manera divertida. El maquinista de mi autobús de siempre se equivocó de trayecto y se paró en medio del cours de Vincennes para informarnos de su despiste. Desgraciadamente algunos viajeros querían ir a una de las paradas olvidadas. Así que el maquinista dio media vuelta rumbo a la plaza de la Nación para volver al itinerario normal. Curiosamente, nadie se asombró del desvió. Pero son tantas las calles y plazas en obras que ni pensamos que se trataba de un descuido.

Desgraciadamente, esta primera semana sin día festivo del mes de mayo se transformó rápidamente en una pesadilla laboral. Y el miércoles, volví a probar algunos perfumes de helado con la misma colega.
Ya no quedaba espacio en la terraza de Raimo, así que nos instalamos en la sala y fue otra vez una agradable degustación con helados de lichi, frambuesa y pétalos de rosa, crema chantillí y almendras tostadas. (Confieso que no recuerdo los perfumes elegidos por mi colega)
Sobra decir que para compensar estos excesos azucarados aumenté la longitud de mis recorridos cotidianos 😊

El jueves quise visitar la planta de reciclaje más cercana de mi casa y entregarles mi vieja computadora (sin los discos duros). Me atendió una señora muy amable que me indicó donde dejar mis trastos. Cuando le pregunté si aceptaba también los viejos baldes de pintura, me informó que para eso era preciso ir a la planta de la puerta de la Chapelle. Pero cuando le expliqué que no tengo coche y que me da miedo ir andando a esta planta que se ubica justo al lado de la colina del crack, la señora se hizo muy comprensiva: me dijo que aceptaría mi balde y que arreglaría con sus colegas el traslado hacia el otro sitio.
Tendré que mirar sus horarios de presencia…

Ayer aproveché un rayo de sol para visitar algunas tiendas del distrito XVII y recorrer el mercadillo instalado en la calle Custine. Poco después de volver a casa, percibí el ruido de un grupo de motos y cuando miré desde mi balcón constaté que se trataba de un grupo muy especial de la policía francesa que llaman “voltigeurs”. En este cuerpo de élite, cada moto lleva dos policías: uno conduce la moto mientras el otro para lleva un palo que usa para golpear y reprimir a los manifestantes.
Yo pensaba que esta compañía había dejado de existir en 1986. Pero parece que renació con otro nombre.

Y este fin de semana tocaba juntarse con algunos vecinos de mi residencia para compartir un “brunch” en mi casa. La doña de la quinta planta me regaló algunas rosas de su jardín y todos los comensales trajeron preparaciones caseras. Fue un agradable momento que nos hizo olvidar este cielo gris y esa lluvia caprichosa.

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La justicia de Charonne

Me alegré prematuramente: el mes de mayo nos llevó mucha lluvia y los Santos de hielo añadieron temperaturas inferiores a diez grados. Con lluvia y frío resulta difícil motivarse para hacer largos recorridos. Por suerte tuve mucho trabajo y varias citas con amigos así que superé bastante bien estos días tristes. Y como anunciaban buen tiempo para el domingo, apunté a una visita con un guía conferencista a partir de la puerta de Bagnolet.

Para bien empezar el día, visité el mercado de segunda mano organizado por una de las asociaciones de mi barrio, en la calle Ordener. Llegue sobre las 10 y supongo que algunos vendedores todavía no habían despertado. Recorrí la calle ida y vuelta, miré los trastos presentados tranquilamente, pero no encontré la más mínima ocasión de regatear.

Poco después de mediodía salí rumbo a la puerta de Bagnolet y visité, de paso, el mercado de segunda mano organizado en la calle Simon Bolívar. Constaté una vez más que uno consigue una buena idea del nivel económico de los habitantes de una zona al mirar los trastos que venden. Sobra decir que la calle Simon Bolívar tiene más nivel que mi barrio 🙂
Luego seguí caminando rumbo a la plaza Edith Piaf, punto de salida del paseo con el guía.

Cuando llegué, había un grupo saliendo de este mismo punto con un guía cuarentón. Yo me senté en un banco, la doña que se sentó en el mismo banco también venía por el mismo recorrido y el guía conferencista no tardó mucho en aparecer. Los paseantes llegaron poco a poco y cuando el grupo alcanzo unas veinte personas, pudimos empezar el recorrido.

Bruno es un hombre muy culto, que conoce un montón de detalles acerca de los lugares que presenta. Pero a veces cuenta demasiado historias o se pierde en digresiones acerca de la flora callejera. Todos los paseantes presentes ya habían hecho por lo menos un recorrido con él y todos conocíamos esta característica. Así que escuchamos con paciencia relatos que ya nos había contado en otro paseo por el mismo barrio.
Luego llegamos a las callecitas de la “Campagne à Paris” y yo dejé de escucharle para mirar las rosas y otras flores de temporada. Incluso me alejé del grupo para ver si las clemátides del precedente recorrido tenían flores y encontré una flor XXL con casi 20 centímetros de diámetro.

Finalmente salimos de las calles del precedente recorrido y visitamos varios callejones sin salida con bastante encanto, pero ya los conocía.
El único descubrimiento del día fue el pequeño jardín compartido de la calle de la Justicia. Y entre las numerosas informaciones que soltó a los cuatro vientos, también noté que la justicia de Charonne era el nombre del lugar en donde tortuban a algunos condenados del pueblo de Charonne antes de matarlos y que ese lugar coincide más o menos con la reserva de agua de Menilmontant.
¡Por fin entiendo porque hay una calle de la justicia en esta zona de París!

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¡Adiós Abril, arriba Mayo!

Empecé la semana por un largo recorrido que me llevó de la puerta de Vincennes al parque de la Villette. Allí tuve la grata sorpresa de ver una nutria nadando tranquilamente para cruzar una pequeña dársena. Lo cual demuestra que no vamos tan mal con el medio ambiente en algunas partes de París.

El día siguiente nos regaló un rayo de sol y lo celebramos con una colega, compartiendo un plato de ocho perfumes diferentes de helado, en la terraza soleada de Raimo, antes de volver a la oficina por la “senda verde”.

El miércoles tocaba celebrar el día de los trabajadores.
Estaba a punto de marcharme de casa cuando anunciaron en las noticias que ya había pelea entre los policías y los bloques negros cerca de Port Royal. Total, renuncié a reunirme con mis amigos en Montparnasse y caminé rumbo a Notre Dame.
Alrededor de la catedral instalaron varias vallas con policías para impedir el acceso a su perímetro inmediato, pero aún así es posible acercarse bastante para contemplar los daños provocados por el incendio. Yo noté una cantidad increíble de turistas y constaté una vez más que los precios en las zonas turísticas son mucho más elevados que en las otras zonas de París.
Seguí par la isla Saint Louis rumbo a la estación de Austerlitz y desde este punto, pude divisar una impresionante colección de furgonetas de policía. Preferí seguir lejos de la manifestación.

Al día siguiente mis compañeros me contaron que los policías parecían muy nerviosos y algo cansados. Eso explica probablemente que hayan disparado contra el camión de la CGT o hayan tirado varias veces gases lacrimógenos hacia militantes pacíficos. En cuanto a la dispersión, mis amigos tuvieron que atravesar una zona de control individual antes de poder salir del recorrido de la manifestación. Y ahora empiezan a preguntarse si Francia todavía es una democracia…

Ayer tocaba enseñar el mercado de las pulgas a dos viajeras de Valencia.
A pesar de la lluvia y del frío, pudimos pasar por los mercados de siempre y constatar algunos cambios. En el mercado Biron, pocas tiendas estaban abiertas en la callejuela que prefiero, pero una galería transformó la pared Oeste en espacio de exposición y allí pudimos admirar varias obras interesantes.

Y hoy constato con alegría que la gata ya se apoderó del sillón de jardín que le regalé. Creo que tiene buena vida.

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Caminando

Esta semana fue preciso salir con paraguas, pero entre dos chaparrones pude pasear por varios lugares del distrito XX.

Para empezar, pasé por la plaza de la salamandra, escondida en medio de una manzana. Allí los niños estaban aprovechando los juegos instalados en el recinto del jardín, mientras los adolescentes estaban reunidos en una de las esquinas exteriores.
A continuación, pasé por la plaza Vitruve, un pequeño espacio totalmente mineral que se halla al pie de las torres Saint-Blaise (32 pisos) y Giralda (38 pisos). En este lugar que tiene una de las densidades de población más alta de Europa, apenas vi a dos personas…

Al día siguiente, pasé por la pequeña calle Galleron y constaté que rodea una pequeña plaza arbolada que no tiene nombre. Lo mismo pasa con la pequeña plaza que comunica la calle Pierre Bonnard. En ambos sitios, sólo faltaba una terraza de café para disfrutar el atardecer.

Siguiendo rumbo arriba, llegué a la plaza Martin Nadaud, en donde dos artistas pintaron la calle con largas rayas, lo cual transforma el espacio que utilizaban los coches en una zona peatonal y festiva.
Pero la plaza que más me gustó es la pequeña plaza Joseph Epstein en donde la fuente Wallace, vestida de amarillo, da un toque muy alegre al espacio.

Ayer no salí de los barrios periféricos de París porque no tenía ganas de topar con uno de los grupos de rebeldes que pelean con la policía. Dicen las noticias que los chalecos amarillos son cada vez menos, pero yo veo cada día más escaparates tapados por tablas de OSB.
Me perdí por la zona comercial que crearon en el bulevar Mac Donald y al volver pasé al pie de la torre Boucry y sus 30 pisos.

Hoy caminé rumbo a la calle Botzaris en donde una asociación organizaba un gran mercado de segunda mano a lo largo del parque des Buttes Chaumont. Recorrí metódicamente la instalación, ida y vuelta, pero no encontré muchas tentaciones.
Quise volver en autobús, pero por las obras y por la reforma de las líneas de autobuses, tuve que cambiar de camino.
Ya llevamos una semana con la red reformada. Mi autobús de siempre no fue impactado pero para muchos parisinos, algunos cambios tienen consecuencias importantes. Yo solo tuve que actualizar la aplicación que tengo en el móvil.

Y ahora toca preparar el día de los trabajadores.

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