¡Sudando !

Ya llevamos una semana con medios de comunicación avisando a la población de la llegada inminente de unos días de canícula pero es que la ola de calor de 2003 queda en todas las memorias : yo trabajaba en París y no tenía más remedio que mojarme el pelo cada dos horas para soportar la temperatura en el viejo edificio en donde estaba mi despacho. Ahora trabajo en un edificio de alta calidad ambiental y si no tenemos climatización, la temperatura es bastante agradable. Así que no me inquieté.

El lunes, mientras caminaba rumbo a una tienda de electrodomésticos, encontré en la calle un magnífico osito abandonado en la acera. Tuve la tentación de llevarmelo pero no tenía tiempo de sobra así que seguí adelante.

En la tienda de electrodomésticos, había una cantidad impresionante de personas en busca de ventiladores. Y cuando llegué a la caja en medio de todos los clientes que se llevaban uno, con mi cutre funda de tabla de planchar, me sentí totalmente fuera de temporada.

Mientras tanto, alguién había recogido el osito abandonado en la acera y lo encontré agarrado a un árbol. Me pareció muy gracioso así que seguí adelante.

Al día siguiente fue cuando empezó la ola de calor. Por la tarde tocaba enseñar algunos rincones a unos paseantes argentinos y sobra decir que disfrutamos de los espacios a la sombra 🙂

El miércoles cuando me marché de casa, la temperatura rondaba los 25 grados. Pero cuando salí de la oficina el contraste térmico resultó brutal. En mi balcón el termometro anunciaba 36 grados y en mi casa mostraba 27 grados. Demasiado calor para las gatas tumbadas en el suelo…

Por suerte el cuerpo se acostumbra muy pronto y ayer ya empezaba a bien aguantar el calor.
Por la noche pude apreciar el airecito que corría en la orilla del Sena, al pie de la gran biblióteca, y constatar que esta zona sigue muy de moda para ir de copas.
Pero hoy se acabó esta primera ola de calor y gozamos con tres gotitas de lluvia.
Pasé por el mercadillo que organizaban en el bulevar de Rochechouart en donde los vendedores ya se habían resignados a instalar o quitar las lonas de sus mostradores al compás de las gotas.
Y ahora toca regar las macetas de mi balcón.

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Detalles de junio

El principio de la semana fue dedicado a las últimas películas del festival de cine « Dífferent ! 8 ». Pude ver « Stella Cadente », « Loreak », « Negociador » y « Felices 140 ». Si la primera me pareció aburrida, me encantaron las tres otras y espero que esta asociación siga invadiendo el cine de mi barrio 😉

El miércoles tocaba pasear con unos visitantes procediendo de Chile. Ese día también empezaban las rebajas de verano y había mucha gente en el centro de París. No entramos en las tiendas pero hicimos un agradable recorrido que se acabó comprando el nuevo número de Charlie Hebdo en la plaza de la República.

Ese día, también pasé por la calle de Clignancourt en donde una señora muy creativa diseña móviles que instala luego con un palo para que cuelguen desde su balcón. Me encanta esta manera de adornar el universo cotidiano de la gente.

Por la noche, una de mis amigas quiso probar las terrazas que bordean la dársena de la Villette. Escogimos un restaurante italiano, de calidad muy correcta y de precios conformes con las ganas de cenar al aire libre de los parisinos (25€ por una ensalada, un postre y una agua).
En la otra orilla de la dársena, muchos jóvenes estaban haciendo picnic al lado del agua. Descubrí que el municipio proporciona bolsas de papel para guardar los residuos pero no instaló contenedores adecuados para poner las bolsas…

Ayer el municipio de mi distrito invitaba a los habitantes de mi barrio para una sesión de limpieza de las calles. Confieso que no entiendo bien esta iniciativa de los elegidos. Los que suelen participar no son los que ensucian, tirando papeles o lo que sea al suelo. Y dudo que sirvan de ejemplo. Al ver al alcalde barriendo la acera, algunos se ríen. Otros no entienden o no se enteran, y lo cierto es que no se resuelve el problema de la suciedad.

Hoy organizaban un mercadillo en la pequeña calle Andre del Sarte, al pie del sagrado corazón. En esta ocasión, la calle se llena de gente, hay música, barbacoa y muy buen rollo. En otra ocasión allí fue donde encontré un pequeño espejo. Esta vez encontré un vaporizador de cristal rosa.

Y ahora imitaré las gatas que disfrutan del airecito del anochecer.

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¡Corriendo!

¡Siempre cuesta volver a la oficina después de tres semanas de vacaciones!
A mi me esperaban varias centenas de emails. Pero mi paseos matutinos me regalaron la serenidad necesaria para enfrentar tranquilamente esta avalancha.

El lunes por la mañana, las guirnaldas de la fiesta de la Goutte d’Or todavía adornaban las rejas de la iglesia de Saint Bernard, con sus triángulos de tejido ensamblados por los modistos del barrio. Pero desaparecieron durante el día.

Al día siguiente convocaron una manifestación para apoyar a los refugiados expulsados de sus campamentos por la policía. Yo no pensaba participar a este acontecimiento pero crucé por casualidad el recorrido de los manifestantes.
Conté 37 camiones de policías en el bulevar Magenta, 27 camiones extras en la calle de Maubeuge y divisé otros camiones delante de la estación del Norte. Así que pensé un rato que se trataba de una protesta de los policías. Pero pronto entendí que estos 500 policías tenían que controlar a los 1000 manifestantes apoyando a los refugiados.
No pensaba que este movimiento provocaría tanto susto entre los jerarcas de la jefatura parisina. 🙂

El miércoles fue cuando empezó el festival «Dífferent 8! L’autre cinéma espagnol» organizado por la asociación «Espagnolas en París» en el Louxor (Y preciso que al escribir «Dífferent» y «Espagnolas» sólo copio la ortografía de la asociación). Proponen 14 películas de cine de autor y entre las que presentan siempre hay cosas muy muy buenas.
De momento ya vi tres películas muy diferentes: «Magical girl (la niña de fuego)», «Ocho apellidos vascos» y «Rastros de sándalo». Todas tenían cualidades y espero con curiosidad las próximas proyecciones.

Mientras tanto arranca el mes del Ramadán para los musulmanes de mi barrio y se ven derroches de pasteles en la tienda que se halla al lado de mi casa.
De momento resisto a la tentación pero no sé cuanto tiempo aguantaré sin probar estas deliciosas golosinas.

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¡París, de nuevo!

Al volver de vacaciones, encontré un barrio en efervescencia.

A principio de Junio, los policías desmantelaron el campamento instalado debajo del viaducto de la línea 2, en donde más de 400 refugiados sobrevivían a duras penas.
Oficialmente, se trataba de hospedar dignamente a todos los expulsados. Pero en realidad, varias soluciones fueron muy efímeras y muchos refugiados volvieron a la calle dos días después.
Logicamente se agruparon al lado de la iglesia de Saint Bernard de la Chapelle, en donde otros sin papeles encontraron un asilo, años atrás. Logicamente los policías impidieron la ocupación de la iglesia para que no se repitan los acontecimientos de 1996. Entonces el grupo empezó a errar por las calles del distrito 18.
Los refugiados se instalaron al lado de la Halle Pajol pero a pesar de la presencia de varios elegidos, fueron expulsados de este sitio manu militari y varias decenas de personas fueron trasladadas a un centro de retención… Los demás se abrigaron en uno de los jardines compartidos del barrio y los vecinos intentaron proporcionarles comida, mantas y apoyo.
Luego los refugiados se trasladaron rumbo a un antiguo cuartel de bomberos desocupado pero fueron expulsados otra vez por los policías.
Y ahora todos los que no fueron hospedados o detenidos se instalaron en el Jardín de Eole. Como este parque alberga tráfico de crack y muchos drogadictos, imagino que el campamento molestará menos que en otros lugares.

Mientras tanto las asociaciones de mi barrio preparaban la trigésima edición de la « fiesta de la Goutte d’Or » así como las « puertas de oro ».

Suelen organizar los acontecimientos principales de la fiesta al lado de la iglesia de Saint Bernard. Y cuando pasé por allí ayer, constaté la presencia de varios camiones de policías. Por suerte hoy se hicieron más discretos.

Yo aproveché mi último día de vacaciones para visitar algunos lugares de exposición de las « puertas de oro ». Esta mañana, en uno de los patios de mi calle, descubrí el trabajo de una diseñadora de papelería y los objetos creados por un arquitecto de interiores. Esta tarde, constaté que el cura de la iglesia de Saint Bernard albergaba a varios artistas en las capillas laterales.Y entre estos artistas, toca mencionar el dúo « ángel y damnación »…


¡Qué cosas!

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¡No quiero volver!

🙂

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