Agosto…

Desde el pasado fin de semana se nota que muchos parisinos se marcharon de vacaciones. Menos tráfico automóvil, menos gente en los autobuses… Ya llegaron estos días de « dolce vita » que tanto me gustan.

Aproveché unos días más templados para volver a pasear.
La busqueda de un tintorero me llevó a la calle Piat y a su mirador que ofrece una vista muy bonita sobre la ciudad. Noté, de paso, que el restaurante del viejo Belleville sigue existiendo y que las terrazas de café ahora ocupan más espacio. Y si derribaron varios edificios insalubres para construir viviendas sociales, algunas esquinas conservan el encanto de siempre.

Un paseo matutino me llevó a la calle Leopold Bellan en donde la asociación « l’interloque » instaló su segundo espacio el año pasado. No pude visitar la tienda pero al mirar el escaparate tuve la sensación que habían encontrado su clientela en este distrito muy distinto del distrito XVIII.

También quise recorrer el muelle del Sena en donde instalaron París Playa.
Constaté que varios barcos albergando cafes estaban amarrados en esta parte del muelle y a mi parecer esta extensión es una buena idea. En una de las casetas, noté que el precio de los helados es muy barato para los niños y esta medida social es de agradecer. En cambio no encontré muchas animaciones y en el trozo que recorrí no había brumizador. Tengo entendido que recortaron el presupuesto de un 30% y eso se nota en algunos detalles.

Para bien acabar con esta semana, quise visitar dos tiendas de muebles en busca de un sillón.
En la plaza de la República me impresionó la cantidad de gente aprovechando las ofertas especiales antes de remodelar el almacen. Y hoy, en el centro comercial del norte de París, pude constatar que todavía queda gente en la región parisina. No sé si será porque estas tiendas tienen climatización o porque ir de tiendas forma parte de las actividades de ocio de los fines de semana.

La buena noticia de la semana es que volví a ver algunas parejas de urracas que había ubicado al lado de mi casa. Una de ellas sigue instalada en el bulevar, a pesar de las obras. Y cuando intenté imitar su grito, una urraca protestó energicamente.
¡Me alegró el día !

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¡Obras!

Tres años atrás, cuando creamos la asociación de usuarios de la estación de metro Château Rouge, no imaginaba que nuestra acción reivindicativa provacaría tanto caos aunque temporalmente.

En aquel entonces se trataba de conseguir que la RATP (compañía parisina de metro y autobus) haga las obras necesarias para crear un segundo acceso a la estación Château Rouge. Los comercios que se hallan alrededor de este punto atraen a una clientela que procede de toda la región parisina y cuando llegan los sábados, bajar hacia los andenes o subir hacia la calle resulta realmente complicado por la cantidad de gente que se aglutina en su pequeña sala de acceso.

El alcalde ya llevaba varios años explicando que el problema se resolvería con la creación del « Mercado de los cinco continentes ». Pero la población se cansó de estas promesas incumplidas y varias centenas de personas apoyaron la demanda de nuestra asociación. Total la RATP estudió las posibilidades, constató que este segundo acceso también podía servir para los turistas que visiten Montmartre y al final entablaron las obras.

En este barrio indócil en donde la gente cruza el bulevar Barbès cuando y donde le da la gana, ahora hay una zanja de unos cientos metros rodeada de vallas en el espacio de los carriles centrales. Y como si fuera poco, instalaron una base de vida para las obras al lado de la salida del metro y también la rodearon de vallas. Así que poco espacio queda para pasar en medio de los vendedores callejeros…

De momento la estación sigue abierta y al atardecer caminar por esta zona se convierte en auténtica pesadilla para los peatones. Pero dicen que dentro de unos meses tendrán que cerrar la estación por completo e imagino que la situación se volverá peor todavía. Y si todo pasa bien dentro de dos años tendremos una nueva sala de entrada con dos accesos distintos.
Cuando ocurra podremos celebrar el éxito de la asociación. Pero de momento prefiero disimular que formé parte de los que readactaron sus estatutos…
Y mientras tanto tenemos que aguantar el caos.

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Verano en París

Esta semana empezó con una maravillosa sorpresa : la hoya que cuido en mi despacho me regaló una magnífica « flor de cera », tan delicada que parecía mentira. De repente entendí todo lo que cuenta el principito acerca de «su» rosa…

Fuera de la oficina, aproveché un momento de libertad para seguir explorando el distrito 20, alrededor de la calle de Bagnolet. Pero todavía no controlo bien la frontera entre esta zona y el cementerio del Père Lachaise y noté varios callejones que tendré que explorar más detenidamente.

El jueves pasé por el muelle de la Mégisserie y me paré en la tienda de la familia Bru, una de las pocas que siguen proponiendo plantas y consejos para los jardines. Si no vi epicactus, noté que tenían varias hoyas de colección y volveré a visitarlos cuando se acabe la floración de la mía. También noté una interesante colección de enanos de jardín pero ningún tan subversivo como el de la pasada semana. 🙂
Luego tocaba pasear con dos treintañeros procediendo de Galicia y contemplar el reflejo de la ciudad en los ojos de estos paseantes fue de nuevo un gran placer. Ese día, por primera vez, el recorrido se acabó en una tienda de manualidades… 🙂

Al día siguiente, una de mis gatas me despertó de madrugada. Salí temprano y cuando llegué a la plaza de la república, sobre las siete, constaté que muchas personas sin domicilio siguen durmiendo en los bancos de la plaza. Me impresionó el volumen de equipaje de uno de los dormilones.

No sé como se las arregla para moverse con tantas cosas…

Este fin de semana me junté a los parisinos que se marchaban de vacaciones porque quería buscar gangas en un mercadillo de segunda mano lejos de París. Por fin encontré el espejo Art déco que buscaba y constaté una vez más que los precios parisinos son muy exagerados. (Lo que ahorré al comprar el objeto compensa de sobra el precio del tren).

Y ahora espero con ansias la hora de volver a la oficina para ver si mi flor sigue sin marchitarse…

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Fiestas de todas clases

Este año no estaba en París a la hora de celebrar la fiesta nacional. Si admito que el municipio organiza la celebración requete bien y que el fuego de artificio al pie de la Torre Eiffel es una auténtica maravilla, a veces también mola olvidar el barullo parisino y contemplar espectáculos más modestos, desde una confortable tumbona instalada en la playa 🙂

Cuando volví a París, tuvimos otra vez unos días con temperaturas rozando los 40 grados y renuncié a mis paseos matutinos.

El jueves por la noche, por el rumor de la calle, quedó claro que ya había llegado el último día del Ramadán y el viernes, el pastelero de mi calle por fin pudo descansar 🙂

Ayer hice un gran recorrido rumbo a la estación de metro Jourdain ya que anunciaban un mercadillo en esta zona.
De paso constaté que los inquilinos de las viviendas sociales de la calle Riquet instalaron al pie de su edificio un nuevo enano de jardín realmente subversivo. :-))

Luego seguí rumbo a la dársena de la Villette y constaté que los servicios técnicos de París ya están instalando la « playa ». De paso experimenté la terraza de uno de los bares que se haya en esta zona y constaté una vez más que la vida parisina puede ser muy suave. 🙂
Tras cruzar el canal, seguí un poco al azar antes de tomar la calle de Meaux desde su extremidad nordeste. Al principio encontré una cantidad importante de comercios alimenticios y a continuación otras tiendas que demuestran una verdadera vida de barrio. También noté varios conjuntos de edificios que me llamaron la atención e incluso vi pequeño chalé… ¡Tendré que pasar de nuevo por allí ! 😉
Luego pasé al lado del mercado Secretan y constaté que sigue en obras antes de girar rumbo a la calle de los Pirineos.

El mercadillo reunía esencialmente profesionales entre la plaza des Grandes Rigoles y la plaza du Guignier. Noté varias cosas interesantes pero los precios no daban para un capricho así que volví con las manos vacías. 🙂

La noche nos regaló un momentito de lluvia tropical y tras esos días de calor fue agradable para todos los que tenemos vivienda.
Para los emigrantes que acampan al lado de la halle Pajol fue un nuevo desastre ya que se estropearon los colchones, las mantas y las pocas cosas que tienen. Por suerte algunos ciudadanos solidarios siguen ayudándoles.

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Julio más templado…

¡Se acabó la canícula!
Si las temperaturas diurnas siguen rozando los 30 grados, por las noches tenemos algo de frescor (22 grados) y podemos recuperar. Aproveché este cambio para retomar mis paseos parisinos.

El lunes por la tarde atravesé una gran parte del distrito 20 y pasé por varios lugares que no conocía.
En esta zona de París, al lado del ferrocarril que da la vuelta de París, algunas callecitas todavía albergan casitas, talleres y otras construcciones individuales. En la cité Stendhal incluso encontré un rincón en donde un estimable señor consiguió un permiso para construir una casa individual de 3 plantas. Y justo al lado una pintura decoraba el final de este callejón sin salida.

Encontré otras construcciones interesantes al lado del límite Este del Cementerio del Père Lachaise antes de seguir par la calle de la Bidasoa rumbo a Menilmontant.

El jueves, tenía que asistir a una conferencia en la fortaleza del ministerio de Haciendas (Bercy) y como tenía tiempo fui allí caminando. Ultimamente varios medios de comunicación dijeron que el canal Saint-Martin se vuelve cada día más sucio por los restos abandonados por los jóvenes que se juntan en las orillas por las noches. Y se publicaron varias fotos en internet. Yo seguí el canal desde el jardín de los recoletos hasta Bastille y constaté con alegría que todo estaba limpio. Pero quizas pasé después de los equipos de limpieza del municipio…
En el puerto de la Bastille, los barcos despertaban tranquilamente.
Este gran paseo matutino me ayudó a aguantar la conferencia bastante aburrida de unos tecnócratas desconectados de la realidad de la gente de a pie.

Al día siguiente me dejé caer rumbo al palacio real y la tranquilidad de esta zona a las 7 y media de la mañana es un auténtico placer 🙂

Ayer empezaron de verdad las vacaciones de muchos parisinos. En la pequeña estación de Bercy había un multitud de gente esperando los anuncios de los andenes de salida. Yo examiné los andenes y los trenes presentes y me colé en el andén que me parecía el más probable. Un empleado me confirmó que había elegido bien y así fue como pude instalarme con mis dos gatas clandestinas en uno de los dos vagones sin reservas 🙂

Este año celebraré la fiesta nacional en una playa de la Loira…

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