En movimiento…

Con el tiempo más suave surgen las ganas de moverse en bici. Renové mi abono de velib y ya hice los primeros recorridos de la temporada. Desplazarse en bici resulta más agradable que usar los colectivos y más rápido que caminar. Pero también requiere mucho más atención y si quieres contemplar el paisaje, más vale seguir caminando 🙂

Eso hice el martes por la mañana para admirar la exposición de arte urbano cerca de la estación del Este. En el largo muro de la calle de Alsace se veían pinturas de artistas que decoraron el antiguo muro de Berlín, en la explanada de la estación se veían tres viejos Trabant así como obras gráficas pintadas por varios artistas en trozos de muro. Todos los afortunados que pasarán por París antes del 8 de julio podrán ver estas obras.

Al día siguiente, pasé por la avenida de la Ópera. En esta avenida requete turística, noté varios comercios abandonados.
En otra ocasión, hice la misma constatación en la parte de la calle Faubourg Saint Martin que se halla al lado de los grandes bulevares. Años atrás, esta zona albergaba a los mayoristas de ropa, pero poco a poco se mudaron hacia otros lugares. Ahora las tiendas permanecen desocupadas y ya pegaron varios carteles en sus escaparates.

También pasé por la calle Vertbois. Esta calle se hizo famosa el año pasado porque un impresario propuso un proyecto de desarollo bautizado « la joven calle » y sumando cultura, diseño y gastronomía. Un año después, el proyecto se parece cada día más a una increíble estafa y la calle sigue igual de dormida…

Entre dos caminatas, escudriñé un sitio de segunda mano en busca de una bici para mis próximas vacaciones al lado del Loira. La solución apareció el sábado por la mañana y por la tarde tenía cita al lado de la gran biblioteca para probarla. Esta bici verde esmeralda me gustó enseguida y ni siquiera regateé : pagué el precio y entablé el recorrido rumbo a mi casa. De paso, constaté una vez más que cualquier bici parece muy ligera a quien suele usar las velibs.

Hoy pasé por el jardín de Eolo en donde se instalaron varias familias de patos. Doña pata estaba abrigando sus anadones al lado de una alameda. Me paré para mirarla pero mi presencia la molestó y se marchó muy dignamente con toda su familia.

Me impresiona cada día más la familiaridad de los pájaros parisinos…

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¡Primavera!

El pasado lunes se trataba de elegir por sorteo a los 104 nuevos miembros de los equipos de animación de los ocho barrios del distrito 18. En esta zona que cuenta con 190 000 habitantes, 430 personas presentaron su candidatura. A mi me pareció muy poco pero los elegidos presentaron eso como un gran éxito. ¡Siempre me asombrarán los elegidos !

También organizaron una reunión pública para presentar los progresos del proyecto de creación de un segundo acceso en la estación de metro Château Rouge. Los representantes de la sociedad de transporte público explicaron que de momento estaban mejorando el sistema de ventilación. Las obras del proyecto empezarán en julio de 2015. Al principio la estación permanecerá accesible. Pero a partir de junio de 2016 hasta agosto de 2017, la población tendrá que pasar por otras estaciones y mientras tanto, el tráfico en el bulevar Barbes, reducido de 4 a 2 carriles, se convertirá en pesadilla. Si aguantamos eso, acabaremos con una estación más grande, más bella, lista para la automatización de la línea 4 y para acoger a todos los turistas que quieren ir al Sagrado Corazón.

Aparte de estas reuniones públicas, encontré tiempo para visitar algunas zonas que no suelo ver.
Caminé entre la plaza de Clichy y la estación Saint Lazare, por la mañana, entre semana, y constaté que el tráfico automóvil en la calle de Amsterdam resulta insoportable. Por suerte, más abajo, la pequeña calle Vignon ofrece a sus inquilinos una colección muy correcta de comercios de proximidad. En la calle Saint-Florentin, pensé con nostalgía a la fantástica tienda de juguetes que se hallaba en la esquina de la calle Saint-Honoré. Como pasa el tiempo…

En el metro, el percusionista del día estaba tocando en una de las sillas del andén. Imagino que este asiento produjo algún sonido que no le gustó porque el percusionista se instaló en otra silla antes de seguir tocando. Hay que ver la cantidad de problemas que no captamos…

Este fin de semana, seguí recorriendo esta ciudad que tanto me gusta. Visité una tienda especializada en instrumentos de percusión en donde el dependiente nos hizo una muestra con un cajón.
En el pasaje del Gran Ciervo, algún diseñador de paraguas había instalado una muestra de su mercancía en el aire y eso daba un toque muy alegre al pasaje.

En la orilla del Sena, al pie de la gran biblioteca todavía están instalando los merenderos. En el otro lado de la institución, encontré « le camion qui fume ». Este camion de comida se puso muy famoso y quise probar uno de los burgers que proponen. La verdad es que se nota que los preparan con productos frescos y saben muy bien. Pero no llegaré hasta hacer de nuevo media hora de cola para probarlos otra vez.
Y ahora toca preparar los próximos recorridos.

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¡De vuelta!

Ya se acabó el episodio vacacional y volví a pisar el suelo parisino.

Nada más llegar, hice un largo recorrido para encontrar unos zapatos adecuados para mis caminatas urbanas. No sé como pasa para los demás pero con un promedio diario superior a 8 kilómetros, son pocos los modelos que resisten más de unos meses…

El jueves, pude estrenar mis compras en la primera manifestación de la primavera. Se trataba de protestar contra la austeridad y el proyecto de ley Macron. El tiempo soleado fue un verdadero acicate para participar a esta primera cita y son muchos los que esperaron horas antes de salir de la plaza de Italia. Yo hice idas y vueltas con los amigos que me acompañaban y sentí un gran cansancio físico cuando llegué a los Inválidos.

Para volver a casa, pasé por la línea de metro 13 y tuve la oportunidad de experimentar la pesadilla cotidiana que viven sus viajeros. Rumbo al noroeste, esta línea es la única que lleva hacia unas zonas muy pobladas y en horas puntas, resulta difícil aguantar el hacinamiento. Por suerte, abandoné esta línea en la Plaza de Clichy para seguir caminando por la colina de Montmartre.

Y ahora ya llevamos más de una semana con sol y eso da ganas de pasear.
Ayer por la tarde había una cantidad increíble de gente en los bulevares. En los grandes almacenes que visité, el ambiente resultaba casi agobiante así que me marché cuanto antes.
El sábado es indudablemente el peor día para salir de compras.

Hoy tocaba enseñar el Louxor a un amigo. Pudimos pasar por las tres salas y después de mirar una película de los años 50, subimos hacia la terraza en donde almorzamos, bajo el sol y contemplando el sagrado corazón. Fue un excelente momento.
Luego pasamos por el jardín que instalaron al lado de la Halle Pajol y comentamos la evolución sociológica de esta zona : menos chinos, más parejas de treintañeros que se desplazan en bici o en moto…
Yo seguiré caminando 🙂

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Idas y vueltas

En medio de mi segunda semana de vacaciones, hice de nuevo un viaje de ida y vuelta hacia París. Por cierto no tenía tantas compras como la pasada semana pero después de la segunda vuelta de las elecciones departamentales, necesitaba pasar un momento lejos de mi refugio borgoñón, en donde otorgaron 27% de los votos a la derecha extrema y eligieron a los socialistas con casi 42% de los votos.

Tras varios días seguidos de lluvia, llegué a París en medio día con un rayo de sol.
Mi primer etapa me llevó a atravesar la parte subterránnea del Forum des Halles. Si todavía prosiguen las obras, caminar por los interminables enlaces ya no es tan agotador y mejoraron la señalización de las salidas. Pero también es evidente que queda mucho por hacer.
Luego visité la tienda de bricolage que se halla al lado del centro Pompidou y encontré la pantalla que buscaba en un plis-plas.

Al llegar a casa, encontré un buzón relleno de correos y me costó un buen rato para acabar con todos estos papeleos.
Cuando salí de nuevo, encontré al agente inmobiliario que me vendió mi piso. Si la situación de su agencia es relativamente buena porque la gente se mueve mucho en París y en mi barrio, me contó que el tiempo necesario para vender un piso en Francia ahora alcanza un promedio de año y medio. Lo cual significa que una parte de la economía esta casi congelada.
Un poco más tarde, tuve una charla con la mujer con quién co-animo talleres de informática. Empleada de una asociación, divorciada y con dos niñas, me decía que a pesar de tener un sueldo decente, no sabía como llegar a fin de mes.
Cuando se acabó el taller, volví a casa y mi vecino de abajo pasó para pedirme otro papeleo. Técnico de sonido, forma parte de los huelguistas de Radio France. Me explico algunos elementos que ya sospechaba pero que no salen en la prensa y como ya casi llegan a tres semanas de huelga, mi vecino tendrá una paga muy reducida..
Tras esta colección de malas noticias, me fui a dormir.

Al día siguiente, pasé por la gran librería que se instaló en el bulevar Barbes y encontré una guía de aves muy completa, perfecta para identificar los pájaros que admiro con los prismáticos. Y corriendo volví a mi pequeño pueblo de Borgoña.

Hoy hice un largo recorrido al lado del canal y pude admirar unas garzas, unos corzos, una familia de nutrias, una ave rapaz que no conseguí identificar y un helicóptero rojo.
Ahora toca recuperar porque mañana me espera otro recorrido.

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París exprés

A principio de marzo constaté que me quedaban días de vacaciones de 2014. Así que me instalé en mi refugio borgoñón y reservé varios viajes de ida y vuelta hacia París.

Al vivir todos los días en la capital gala, no es preciso organizar las cosas de una manera muy estricta ya que lo que no cabe en una jornada queda para el día siguiente. Pero cuando lo consideras desde varias centenas de kílometros, resulta totalmente diferente. Por cierto, yo no tenía proyectos de visitas de monumentos pero bien aproveché las 24 horas de este París exprés.

Para empezar, hice una lista de lo que no podía encontrar en mi pequeña ciudad de vacaciones.
Así cuando pedí agua de azahar en el supermercado, me mandaron a la farmacia en donde te cobran hasta diez veces el precio que pagas en la tiendas orientales de mi barrio preferido.
Y a la hora de admirar los corzos que vienen beber al lado del rio, si quieres prismáticos de precio asequible, es preciso comprarlos en una gran ciudad.
Al apuntar cosas y otras, la lista de compras parisinas se alargó.

Nada más llegar a París, pasé por la «casa de la astronomía». Esta tienda fue creada en los años 1940 y se halla en la calle de Rivoli, muy cerca del ayuntamiento. Yo siempre la vi en este sitio y ni siquiera miré el mapa para encontrarla pero nunca había entrado. El dependiente me atendió muy amablemente y me propuso un modelo de prismáticos sencillo, perfecto para los observadores principiantes de la naturaleza. Pude probarlo para examinar los precios de las prendas de la tienda de la otra acera y me pareció conforme con lo que buscaba.

Luego pasé por mi casa en donde cargué las baterías de una viaja cámara de fotos antes de emprender otro recorrido para comprar el agua de azahar y también algunas frutas que no llegan hasta los pequeños pueblos y de continuar con las tres citas del atardecer. La buena noticia fue que las baterías seguían funcionando y no tuve que apuntar una compra extra en el programa.

Al día siguiente, tocaba regar todas mis macetas antes de ir a mi primera cita que me llevó al lado de un mercadillo en donde suelo comprar caramelos.
Volver a casa, preparar las bolsas y llegué con 10 minutos de atraso a la última cita en uno de los restaurantes que bordean la estación de Bercy.
¡Vaya carrera!

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