Las peregrinaciones de la semana me regalaron varios descubrimientos.
Así, al pasar por la calle Saint-Denis entre semana, pude entrar en el estrecho pasaje cubierto del Ponceau y recorrerlo hasta el bulevar de Sebastopol. Poca luz en esta galería en donde se ven esencialmente mayoristas de ropa y varios locales dedicados a la música (instrumentos, asociación, clases de guitarra…). Desgraciadamente pasé a las 10 de la mañana y el sitio todavía no tenía mucha vida.
Al pasar por la calle de Gravilliers, constaté con sorpresa que todavía había una carnicería, con muy buena pinta. Poco después, pude descubrir el pasaje que lleva a la calle Chapon. Aquí se instalaron dos galerías de arte y eso confirma que la parte norte del Marais sigue transformándose…
También pasé por la calle Michel Le Comte en donde crearon un sitio que se llama el cafe de los gatos y en donde puedes compartir un rato con los gatos del café mientras tomas una copa. Con las vacaciones escolares el sitio estaba a tope de clientes y me explicaron que era preciso reservar para tener una oportunidad de entrar. Pero al vivir en la casa de dos gatas, no tengo ansias suficientes de acariciar un gato como para reservar…
Hoy quise visitar la exposición que el museo de arte y de historia del judaísmo dedica al gran dibujante Marcel Gotlib. Entre las creaciones de este historietista toca menciona el perro Gai-Luron y Superdupont superheroe francés con boina, flauta y camembert y por supuesto chauvinista.
La exposición contaba con una cantidad impresionante de dibujos originales y con varios documentales. Desgraciadamente las salas relativamente pequeñas no daban la posibilidad de disfrutar de este material a gusto. Así que tras hora y media explorando varios rincones, me cansé y me marché del museo.
Unas cuadras más allá, entré en el patio del palacete de Soubise y atravesé el conjunto de jardines abiertos al público desde junio del 2011. La verdad es que este sitio es muy apacible pero ya era tarde y seguí caminando.
Y al escoger la imagen de la semana, destaqué la luz del atardecer en la plaza de los Vosgos.
París es una ciudad muy bonita…
La ciudad más bonita del mundo, sí.