Paseando por los barrios de categoría

Si yo no formo parte de las víctimas de la moda, me llegaron algunas informaciones acerca de la semana de la moda en París. Así que encontré un momento para caminar hasta la Samaritaine y admirar la asombrosa estatua que instalaron en la plaza que se halla entre la calle de la moneda y la del puente nuevo.

Esta zona fue relativamente transformada por la reapertura de la Samaritaine. El almacén de muebles ordinarios desapareció, Louis Vuitton compró el edificio y lo transformó para instalar un lugar de exposición, un café y una tienda de regalos.

Cuando llegué allí, poco después de medio día, ya se veían muchas personas sacando fotos de la gran dama con su vestido de lunares multicolores, representando a la artista japonesa Yayoi Kusuma.

Luego me acerque de un escaparate que mucha gente contemplaba y descubrí una extraña criatura femenina, que movía la cabeza, miraba a un transeúnte, parpadeaba, miraba a otro… Confieso que esta criatura me despistó y tuve que escudriñarla un momento para entender que se trataba de un robot bastante sofisticado.

Después de este episodio relativamente desestabilizador, crucé el Sena y seguí por la calle Dauphine, rumbo al Senado antes de entrar en el jardín del Luxemburgo por la plaza Edmond Rostand.

Al atravesar este suntuoso parque urbano frecuentado esencialmente por gente de clases favorecidas, pronto se olvidan las ganas de marcharse de París.

Luego seguí par unas calles tranquilas del distrito VI que me llevaron a la “Grande épicerie”, tienda de comestibles de categoría. Desde la calle se veía una muestra de cafés y tisanas, así que entré y por fin encontré la infusión de jengibre y limón que quería probar.

Luego constaté que no cambiaron la entrada de la estación Vaneau y que el egipcio sigue a su lado.

Entré un rato en la iglesia Saint Vincent de Paul. Me pareció muy bonita con sus pinturas restauradas, pero también recordaba la presencia de un relicario del santo y lo encontré en el coro de la iglesia.

Seguí caminando rumbo a Saint Michel, en donde encontré un autobús que me llevó directamente a casa.

La buena noticia del día es que la nueva infusión es muy sabrosa.

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