A mediados de setiembre se celebran los días del patrimonio y eso permite visitar varios sitios que no suelen proponer visitas y otros que proponen visitas gratuitas.
Este año tuve ganas de visitar un taller cuya fachada me había llamado la atención unos meses atrás al pasear por el distrito XIV. Por suerte formaba parte de la lista de los sitios abiertos así que me apunté para la visita de las 14.
Hoy había mucha gente en el taller y no dejaba mucho tiempo para una conferencia sobre la vida y la obra de esta escultora. Sin embargo, cuando su nieta empezó a charlar fue todo un encanto escuchar sus anécdotas y los recuerdos que tenía de su abuela.
Desgraciadamente, tuvo que acortar su presentación porque ya habían llegado los visitantes del siguiente grupo.
Retuve que nació en 1888 en una familia judía de Ucrania que se mudo a Palestina en 1905. Luego su formación de costurera la llevó a mudarse a París y a trabajar en un taller de alta costura en donde supieron apreciar sus dones de dibujante.
Luego fue admitida en la Escuela de los artes decorativos y a partir de allí, pudo encontrar a los grandes artistas que vivían en la capital y decidir de dedicarse a la escultura.
La nieta precisó que su abuela siempre había sido un ser libre, tan de niña como de adulta. Y, más conmovedor, también mencionó las prendas que su abuela fabricaba para ella.
Y eso me dio ganas de volver para una visita de pago con menos gente y más tiempo.
Mientras tanto, miré una última vez las obras expuestas y, al salir del taller me paré un rato en la plaza de los derechos del niño para admirar la estatua que representa a su hijo y que se halla en este punto.