Las lluvias de marzo me quitaron las ganas de caminar al azar, explorando barrios desconocidos. Entonces cambié de tipo de paseo y me fui de tiendas, en busca de algunos detalles para celebrar la llegada de la primavera.
Mi primera visita me llevó a una tienda para la jardinería que se halla al lado del puerto de la Bastille. Si no encontré la estantería mural que buscaba, noté varios modelos bastante bonitos de comederos para pájaros. Pero me parecieron bastante caros y preferí esperar la temporada de las rebajas.
La siguiente visita fue para una tienda de mobiliario exterior. Al pasear por internet, había notado una mecedora bastante bonita y quería probarla antes de hacer un pedido. El dependiente me atendió muy amablemente, y me enseñó la mecedora, yaciendo en el patio de la tienda y remojada por la lluvia de la madrugada. El hombre se molestó en secar el sillón con un trapo y pude constatar que el objeto es muy confortable. Ahora queda la pregunta fácil de escoger un color y el tema, más complicado, de reunir el presupuesto necesario 😊
Seguí caminando hacia otra tienda que se halla al lado del Jardín Trousseau: la pastelería “Blé sucré” en donde escogí un pastel reuniendo chocolate con leche y maracuyá… Olvidé la lluvia y me alegró el día.
La visita siguiente fue en una droguería de barrio, una de esas que proponen una cantidad inverosímil de productos que ni siquiera conoces. Por suerte, tenían el objeto que me interesaba.
Y para bien acabar con esta lista, toca mencionar una parada en la panadería que propone pan noruego con frutas secas y confitadas.
Ahora solo falta que se acabe esta larga temporada de lluvias…