Fiesta, bochorno y disturbios.

El pasado lunes fue cuando se celebraba la fiesta nacional. Si no «me quedé en la cama igual», tampoco fui a mirar el desfile militar en los Campos Eliseos, ni me acerqué a las zonas de los fuegos artificiales en la orilla del Sena.
Ese día pasé por el puerto de la Bastilla y constaté que había mucha gente instalada en el césped para disfrutar del sol.
Al lado de la biblióteca del arsenal, instalaron una cancha de bici polo y estuve un ratito observando a los jugadores. Me impresionó el sentido del equilibrio que necesita este deporte!
Luego seguí por las callecitas de la zona de Saint Paul antes de atravesar los patios del palacio de Sully para llegar a la plaza de los Vosgos. Allí fue donde encontré un trio de músicos bastante original.

Ese día, constaté una vez más que a pesar del día festivo son muchos los comercios que permanecen abiertos. Cuando lo comenté a la dueña de una tienda, me dijo que no tenía otra opción: «Si todos abren y yo no, me pierdo los clientes». Total la doña abre su tienda, paga un recargo por día festivo a sus dependientes y al final no consigue más volumen de negocio porque cuando no hay dinero, la gente no compra. Al final el premiado es el empleado 🙂

Al día siguiente, los azares de mis desplazamientos me llevaron al distrito 17 e hice un gran recorrido rumbo a la estación Saint Lazare.
En la calle de levis (la calle con tiendas de comestibles y vidilla…), los vendedores esperaban a unos clientes que ya se habían marchado de vacaciones.
En la calle du rocher, llegué a pensar que la camisa de rayas es el nuevo uniforme de los presidarios del siglo XXI.
Y en la estación Saint-Lazare, constaté que son más numerosos los viajeros que oscilan entre la capital y las playas de Normandía.

Otro cantar fue ayer, cuando quise caminar rumbo al Sena. Encontré en varias calles cordones policiales cerrando el paso y cuando pregunté qué pasaba, los policías me parecieron súper nerviosos. La respuesta apareció al acercarme a la estación Barbes, en donde varios miles de personas estaban protestando contra los bombardeos de Gaza a pesar de la prohibición de la jefatura de policía, y preferí extraviarme.
Tres horas más tarde, en la estación Cité, anunciaron que ya no había metro para volver a casa y tuve que hacer el recorrido en bici. En el bulevar de Strasbourg, crucé una horda de varias centenas de manifestantes y en la estación del Este, constaté que mantenían el bloqueo del bulevar Magenta. Me extravié otra vez y pude llegar a casa sin problemas. Pero poco después, pude constatar desde mi balcón que todavía estaban peleando a tres bocacalles, con gases lacrimógenos incluidos.
No sé quien disparó primero y basicamente me da lo mismo. Lo que sí sé, es que el espectacular cordón policial desplegado por el gobierno fue percibido como una provocación inaceptable por une población harta de las redadas y de las discriminaciones de todas clases.

Hoy la agitación se trasladó a otra ciudad y pude enseñar tranquilemente el mercado de las pulgas a unos paseantes murcianos…

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Ansias jardineras

Dos semanas atrás, el ayuntamiento del distrito 18 organizó una reunión de los habitantes de mi barrio para presentar proyectos de vegetalización. Entre las propuestas surgió la idea de instalar micro jardines al pie de los árboles que bordean la calle Saint-Bruno (al lado de la iglesia Saint Bernard). Y el pasado lunes fue cuando los servicios del ayuntamiento anunciaron que habían encontrado financiación e invitaron a los habitantes a que participaran en la instalación.

El martes al atardecer fue cuando pasé por la calle Saint-Bruno y constaté que los servicios municipales ya habían empezado las obras: no quedaban adoquines al pie de los árboles y varios postes marcaban el perímetro de las parcelas. También habían puesto vallas de protección para separar los pies de árboles de la calzada.
Mientras tanto algunos habitantes aplicaban aceite de teca sobre las tablas destinadas a cercar los micro jardines.
Ese día mi contribución se limitó a llevar las tablas al recinto de la iglesia de Saint Bernard.

Al día siguiente habían convocado a los habitantes para inaugurar la instalación. Cuando llegué, al atardecer, todavía quedaban muchas cosas por hacer. El colectivo había infravalorado la cantidad de trabajo necesaria y la lluvia provocó una demora extra. Pero eso no impidió celebrar los avances del proyecto.

Seguí pasando por esta calle casi todos los días y constaté con alegría que el proceso seguía adelante.
La escuela primaria reservó dos pies de árboles para los niños.
Las monjas de la iglesia pidieron cuatro, la asociación local cuidará otros dos y los habitantes ya crearon varios grupitos para los demás.


Ahora solo falta sembrar semillas de flores e instalar las plantas disponibles. Yo regalo semillas y plantas 🙂

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Fútbol, ramadán y turismo…

El lunes fue cuando Francia se enfrentó a Nigeria. Yo estaba en un consultorio cuando resonó un gran clamor y el médico, argentino, me miró con compasión antes de explicarme que el bar de la planta baja era de los nigerianos. Pero nada más salir, los parroquianos del local me explicaron que el árbitro había invalidado el gol.
No podía detenerme así que no supe más acerca del resultado antes de volver a casa.
De paso constaté con alegría que algunos sitios habían contestado a la polémica identitaria armada por la extrema derecha colgando las banderas de sus dos países.

El lunes Francia ganó, Argelia perdió y descolgaron la bandera argelina.
El viernes Francia perdió y cuando pasé hoy constaté que también habían descolgado la bandera gala.
Se perdió el entusiasmo pero el barrio no retomó su ritmo cotidiano.

El pasado domingo fue cuando empezó el ramadán. En verano, los días de ayuno se hacen interminables y las noches demasiado cortas para comer y dormir. Pero de momento todos aguantan este ritmo muy peculiar.
A tres manzanas de mi casa, una asociación instaló una carpa en un jardín efímero para distribuir comida a quien lo necesita. Mientras tanto, en las tiendas de mi barrio se ven derroches de preparaciones y pasteles…

En el resto de la capital empezó la temporada turística alta y ya me llegaron cuatro peticiones de paseos para el mes de Julio.
El viernes fue cuando aproveché una tarde libre para enseñar la colina de Montmartre a una visitante argentina. Fuimos a tomar un café en el bar de Amélie antes de descubrir y probar la última creación de Arnaud Larher : pasteles en forma de playeras… ¡Riquísimos!
Los turistas ya invadieron la plaza de los pintores pero todavía no conocen todos los rincones de la colina…
Hoy organizaban un mercadillo en la calle Caulaincourt (que marca el límite Norte de Montmartre). Cuando pasé al medio día, bajo la llovizna, no había muchos clientes así que pude conseguir un muy buen precio para un pequeño espejo convexo y ya lo coloqué.

Y como ya hice los 10000 pasos del día, ahora toca descansar un poco.

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Altos y bajos

El festival de cine «Dífferent 7! L’autre cinéma espagnol» se acabó el martes por la noche. Eso me dio la oportunidad de ver «Caníbal» de Manuel Martín Cuenca y «hermosa juventud» de Jaime Rosales. Si la primera película destaca por la belleza de sus imágenes, ya recompensada por un Goya a la mejor fotografía, la segunda fue un nuevo puñetazo.
Cuenta la historia de 2 jóvenes de 20 años que intentan sobrevivir a pesar de la crisis, del desempleo y de la falta de dinero. Rosales plantea una ausencia de perspectivas que da escalofríos…

El martes también fue cuando los maderos detuvieron a varios sin papeles africanos que viven y trabajan en mi barrio. El acontecimiento se hizo muy real porque se llevaron al compañero de una mujer con quien trabajo en el contexto asociativo.
Mientras este hombre permanecía encerrado en el centro de retención administrativa de Vincennes, ella alertaba a sus conocidos y contrataba a un abogado. Los vecinos fabricaron carteles y ayer por la tarde fue cuando se organizó una manifestación desde la iglesia Saint Bernard (cuyo párroco, años atrás, albergó a dos centenas de sin papeles dentro de la iglesia), rumbo al ayuntamiento…
La buena noticia es que ya liberaron a los detenidos, lo cual demuestra que movilizarse, sí sirve. 🙂

Otra desgracia surgió para uno de mis amigos que tiene que enfrentar el proceso de ruptura convencional de contrato laboral…
Mientras tanto Argelía empataba con Rusia y pasaba a octavos del mundial. Y yo pude escuchar un concierto de bocinas, dando vueltas en el barrio antes de pasear por los campos eliseos 🙂

Hoy necesitaba relajarme así que caminé rumbo al canal Saint Martin.

En la orilla del canal, se celebraba el acontecimiento «Voix sur berges» que reune 150 coros o grupos vocales y 4000 coristas y permite que presenten sus actividades. Yo pasé demasiado temprano para escucharlos pero cuando llegué a la plaza de la Bastille se puso a llover. Así que sospecho que algunos habrán desentonado :-))

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F de fútbol, fiesta y festival…

El mundial de fútbol sigue definiendo el ritmo parisino, cada día, a partir de las 18.
Si no veo los partidos, suelo consultar los resultados y ya noté algunas sorpresas. Mi barrio ya celebró el empate entre Ghana y Alemania, y esta noche los argelinos festejan su victoria…

Yo dejé de escuchar el clamor de los goles el miércoles por la noche.
Ese día fue cuando empezó el festival «Dífferent 7! L’autre cinéma espagnol» en el cine Louxor, muy cerca de mi casa. Organizado por la asociación «Espagnolas en París» [sic], propone, durante siete días, una selección de películas que todavía están buscando circuitos de difusión.
El periodista José María Riba introduce cada sesión, presentando las películas con su director y los actores que hicieron el viaje. Luego el público mira la obra anunciada y cuando se acaba el pase, toca la hora del debate entre los que defienden la película y el público.
Lo bueno es la mezcla de idiomas en los intercambios: español traducido al francés, francés traducido al español y francañol, mezcla intraducible de ambos idiomas 🙂

Yo no pude asistir a todas las sesiones pero de momento vi cosas muy interesantes: «La herida» de Fernando Franco, «Un ramo de cactus» de Pablo Llorca y «Sigo siendo» de Javier Corcuera. Destacó el humor de «Todas las mujeres» de Mariano Barroso y el puñetazo que fue «Os fenómenos» de Alfonso Zarauza.

Mientras tanto, un grupo importante de voluntarios de mi barrio organizaba la veintinueve edición de la Fiesta de la Goutte d’Or, cuyo tema era el Brasil…
Mientras tanto se celebraba la fiesta de la música pero no hice el gran recorrido de siempre para comparar el ambiente de los diferentes barrios.

A pesar de esta relativa inmobilidad y tras siete días seguidos usando el podómetro, sé que hago más de 10000 pasos cada día 🙂

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