Deportes

Desde el balcón de mi nueva casa, el mundial de fútbol tiene una chispa especial.
De momento, los vecinos apoyan a Camerún, Costa de Marfil, Nigeria, Ghana, Argelia, Brasil, Portugal, España y Francia. Algunos hinchas incluso colgaron banderas en sus ventanas. Luego todo es cuestión de escoger bien el café donde ver los partidos 🙂
Cuando llegó la hora del primer partido, la calle perdió su animación de siempre y mientras jugaba el equipo de Francia, no se veía ni un gato pelado.

Pero Junio también es la época de muchas manifestaciones populares y definir un programa resulta bastante complicado.
En mi barrio, se celebraban las «puertas de oro», reuniendo a 69 artistas en 38 lugares. Mientras tanto los padres de alumnos cortaban una calle para instalar un mercadillo, los sin papeles se manifestaban en el bulevar, …
Yo empecé tranquilamente, escuchando al violoncelista que vive enfrente y repetía una pieza nueva.
Luego aproveché el día soleado para caminar rumbo al Carrusel del Louvre. Los pasajes Verdeau y Jouffroy me parecieron muy tranquilos pero en el pasage des Panoramas había gente en las terrazas.
Descansé un rato en el jardín del palacio real en donde niños y padres jugaban al fútbol en las alamedas laterales mientras otros bronceaban alrededor de la gran fuente.

En el Carrusel fue donde compré un podómetro.
Llevo varios días escuchando en la radio que cada uno tendría que dar 10000 pasos cada día y esa meta me parece muy elevada. Así que quise medir mi marca personal y para estrenar mi nuevo juguete caminé desde el Carrusel rumbo a Bastille.

En la plaza del ayuntamiento, unos cartógrafos presentaban dos mapas gigantes de la región parisina, de escala 1:3000, uno de 1914 y otro de 2014. Y unos forestales presentaban varias especies de árboles a cada lado de una alegoría de trinchera…

Al llegar a Bastille, consulté mi nuevo juguete y constaté que ya tenía 5800 pasos hechos. Pero también resulta evidente que tendré que controlar la longitud de mis pasos…
¡Luego os cuento!

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Jardines

Después de estos días de vacaciones, la vuelta a la cotidianidad parisina resultó bastante brutal. Si pude dedicar el martes a la solución de los problemas logísticos y a un paseo con una pareja hispano-turca, los días siguientes resultaron más agotadores.

El jueves fue cuando llegaron los jefes de estado invitados para la conmemoración del Desembarco de Normandía, y por cuestiones de seguridad, bloquearon el centro de París. Luego tuvimos un día de tranquilidad pero el bloqueo se prolongó el sábado porque la reina de Inglaterra quiso visitar el mercado de las flores…
Total evité cuidadosamente el centro de la ciudad y di un gran paseo por los barrios populares del Noreste, descubriendo, de paso, el pequeño jardín de los jardineros.

Hoy quise visitar el salón «Jardins, jardin» instalado en el jardín de las Tullerías.
El precio para entrar en este recinto me pareció bastante caro (13€) pero pensé que era una manera de evitar un nivel de frecuentación agobiante. Y la verdad es que pasear por las alamedas me pareció muy agradable.
Alrededor de la planta baja, muchas empresas tenían casetas en donde presentaban toda clase de productos relacionados con los jardines. En la parte central uno podía visitar una decena de jardines efímeros. Si aparto el impresionante gallo con plumas en las patas, pocas cosas me llamaron la atención.
Otro cantar fue en la terraza de la orilla del Sena, en donde presentaban objetos de diseño y ejemplos de instalaciones de balcón. Me encantaron los nidos y otros accesorios pensados para los pájaros. También me divirtieron los huertos sobre ruedas y todos los hallazgos para favorecer el reciclaje. Y examiné con atención los diferentes balcones presentados.

Luego pasé por la zona de los viveros en donde vi una colección impresionante de rosas, de arces y de clemátides. Pero fui razonable y sólo compré un plátano enano para las gatas.

Después de pasar casi dos horas pateando en el salón, con gusto me instalé en una butaca bajo la sombra de los árboles. La temperatura alcanzaba 28 grados: había mucha gente en el jardín y una cola tremenda en la heladería así que preferí marcharme.
Y ahora estamos esperando la lluvia. Por suerte, mañana es día festivo 🙂

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Vacaciones…

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Sorpresas de todas clases…

Todo empezó cuando recibí el sobre con los documentos relativos a las elecciones europeas. Me llegaron 16 boletines de voto y 10 folletos evocando un programa cuando 31 listas competían. Y no insertaron la más mínima nota oficial explicando que algunas listas no habían comunicado documentación electoral. Total nadie pudo averiguar si había recibido todos los elementos disponibles…

El mismo día anunciaron que la sociedad francesa de ferrocarriles había encargado trenes que no cabían en las estaciones y que una modificación de los andenes sería necesaria para adaptarlos a la anchura de los vagones. Controlé la fecha y no hubo más remedio que admitir que no se trataba de una broma del 1 de Abril.

El pasado viernes fue cuando percibí un ruido callejero muy curioso y cuando me asomé a mi balcón, pude admirar a dos soldados de la guardia republicana, paseando a caballo bajo la mirada incredúla de los vecinos 🙂

Mala sorpresa ayer al llegar al colegio electoral cuando me anunciaron que no vendría uno de los asesores y que tendríamos que llevar el proceso a cabo entre los dos presentes…
Buena sorpresa al constatar que en mi barrio la extrema derecha no alcanza el 9% y que en París no llega al 10%.

Los demás resultados suenan a pesadilla pero no me sorprenden: son representativos de la distancia cada día más grande entre los ciudadanos de a pie y la clase política.
Yo seguiré soñando y cultivando utopías…

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Paseando…

Llevaba tiempo sin pasar por la estación de Lyon, temprano por la mañana.
Ese día me alegró la percepción de un apetitoso olor de bollería nada más salir del metro y subir a la sala de enlaces. Tenía cita delante de la estación, al pie de la torre de los relojes, y eso me dio la oportunidad de descubrir los datos (impresionantes) de estos mecanismos. También pasé un rato contemplando la plaza desierta, el baile de los taxistas e imaginando las ansias de mar de algunos viajeros. Pero pronto se acabó este paréntesis…

El jueves, todos los sindicatos convocaban una huelga de los funcionarios.

La manifestación salía de la plaza Denfert Rochereau, pasaba al pie de la fundación Cartier y de la torre Montparnasse, antes de caminar tranquilamente rumbo a la explanada de los inválidos.
Entre los momentos divertidos, mencionaré el grito «¡Demos vueltas a los cañones!» que soltó un manifestante al llegar a la explanada. También me alegró escuchar el comentario «¡Son muchos!» de dos burguesas del distrito 7.
Pero la prensa se encargó de minimizar la importancia de la protesta…

Ayer volví a pasear de manera más clásica y pasé por el mercadillo instalado en la calle de Bretagne. Basta con mirar los objetos expuestos para tener una idea de la sociología del barrio y en esta zona, el aburguesamiento se vuelve cada día más evidente. Así que pronto abandoné sus aceras atestadas para buscar una zona más tranquila con una terraza de café acogedora.

Hoy celebraban el «trueque verde» en una plaza triangular al lado de mi casa. Los socios de varios jardines colectivos compartidos estaban presentes y encontré a algunos conocidos. Pero también vinieron varios participantes individuales. Yo había preparado ocho plantas y conseguí trocarlas en un plis-plas. Total pude dedicar una gran parte de la tarde a instalar las nuevas plantas y cuidar las que tengo en mi balcón bajo la atenta mirada de las gatas 🙂

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