Más exploraciones…

Casi todos los parisinos consideran que el bulevar periférico coincide con el límite administrativo de París. En realidad en varias partes de la circunferencia algunas calles o grupos de casas se hallan más allá de este bulevar y forman parte del territorio parisino.
En la puerta de Vincennes, la calle « parisina » comunica viviendas sociales y proporciona aparcamiento a la larga fila de camionetas que sirven de casa a unas familias romaníes.
En la puerta de Montreuil, la plaza « parisina » alberga un mercado de segunda mano.

Al atravesar el perifírico, uno encuentra las viviendas sociales de ladrillo rojo construidas al principio del siglo XX. Estos edificios separados por pequeños jardines tienen globalmente buen aspecto y algunos incluso tienen un toque majestuoso.

Pero estos altos edificios albergan una población desfavorecida con una gran proporción de parados y bajos ingresos. Y esta gran zona también forma parte de las zonas de seguridad prioritarias desde finales de 2013.
A menos de quinientos metros, en la calle que bordea unos campos de deportes, otras camionetas albergan los que ya no pueden pagar el alquiler de las viviendas sociales.
Curiosamente hay una calle del porvenir en París y se halla en el distrito XX. Pero como si fuera una mala broma, se trata de un callejón sin salida.

Otras sensaciones tuve al caminar desde la estación de metro Pasteur rumbo al Louvre. Comercios en la calle de Sèvres, edificios residenciales o ministerios en la calle Vanneau… constaté una vez más que el distrito VII sigue tan aburrido como siempre.

Ayer en el supermercado, todos los clientes hacían cola en la zona de las cajeras. Uno de los responsables, espantado por la cantidad de gente esperando, informó a los clientes : « Acérquense de las cajas automáticas, no hay nadie ». Pero nadie quiso renunciar al contacto con la cajera.
« ¿Le explicamos al responsable que hacer cola es en un acto político ? »
Y tras intercambiar algunas sonrisas, seguimos esperando.

Hoy asistí a mi primer concierto de músicas electrónicas experimentales en el 104. Si la primera parte resultó soportable, durante la segunda, pensé que el infierno debía de ser un lugar con un ruido parecido al que se oía. Pero sobreviví.

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Explorando el Nordeste

¡Uno nunca acaba de descubrir una ciudad como París!
Esta semana aproveché unas tardes cortas en la oficina y un tiempo suave para explorar algunas zonas periféricas de los distritos 20 y 19.

Entre la puerta de Vincennes y la puerta de Bagnolet, en la zona que se halla entre los bulevares exteriores y el periférico, uno camina entre una serie de viviendas sociales por un lado y una sucesión de parques deportivos por el otro. Casi se puede olvidar el zumbido del bulevar periférico para escuchar el canto de los pájaros y cultivar sueños bucólicos en esta gran zona verde. Pero varios detalles desvelan que la vida en esta zona no es tan fácil.

Cuando llegué a la puerta de Bagnolet, dejé los pabellones de « la campagne à Paris » para otro día y escogí una calle que me llevó cuesta arriba hacia la cumbre de la colina de Belleville. Por allí se ven muchos edificios construidos al principio del siglo 20 para proporcionar alojamientos sanos a los obreros. También se ven construcciones más modernas pero se trata de una zona esencialmente residencial.
Ese día, la presencia de varios ancianos en la calle me llamó la atención. A duras penas caminaban cuesta arriba con las compras del día…

Yo seguí por la calle de Belleville antes de desviarme para atravesar el parque des Buttes Chaumont. Y pensé una vez más que vivir al lado de este gran jardín debe de ser realmente agradable si apartas el tema de las compras 🙂

Otra escapada me dio la oportunidad de descubrir el square Vitruve, una monstruosidad urbanística de los años 1970.
Luego seguí rumbo a la calle de la villette y sus coquetas tiendas de barrios.
Ese día caminé a lo largo del parque des Buttes Chaumont por la calle de Crimée. En el número 93, el portal estaba abierto y pude entrar en el recinto en donde se halla la iglesia ortodoxa de Saint Serge. Y como se celebraban vísperas, también pude entrar en este edificio muy especial y muy tranquilo.

Luego tocó volver al barullo de la gran ciudad.
En la plaza de Stalingrad, la rotonda ya estaba abierta…

Pero resistí a la tentación 🙂

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Prematura primavera

Ultimamente, cuando me marcho de casa por la mañana, me acompaña el canto de los mirlos de mi barrio. El primero se esconde sobre un tejado de la calle Myrrha, el segundo vive en el jardín Leon, el tercero escogió un patio de la calle Saint Luc y el último se instaló en el jardín de la iglesia de Saint Bernard. A veces me paro e intento constestar a uno de estos, repitiendo su última frase pero no tengo mucho éxito. Lo cierto es que un día que empieza con el canto de los mirlos no puede ser totalmente malo 🙂

Esta semana era la última semana de clases antes de las vacaciones de febrero. En el autobús matutino estaba al lado de un grupo de adolescentes, repasando sus cursos antes de una prueba de examen del bachillerato. Se centraban en la construcción europea, convocando varios sociólogos y economistas en medio del proceso y enunciando algunos resúmenes algo escuetos. De repente, mencionaron un nombre pero eran incapaces de recordar quien era este tío. Total solté dos frases para ubicar la obra de este señor. Los mozos me agradecieron pero enseguida me preguntaron como conocía eso. Y cuando contesté que lo sabía por mi compromiso político, se tranquilizaron. Espero que les sirvió la información 🙂

Poco después encontré militares vigilando delante de dos institutos escolares importantes. Por primera vez pensé que estos controles generalizados por el estado de emergencia podían tener una utilidad.

Hoy dediqué un ratito a cuidar las plantas de mi balcón. Si el frío de enero acabó con algunas plantas kalanchoe, parece que estimuló una de mis plantas sedum que ya lleva flores.

Total quise celebrar esta prematura primavera e hice un gran paseo desde la plaza de la nación rumbo al centro Pompidou.
En la calle del Faubourg Saint-Antoine, son muy pocas las tiendas que no respetan el cierre dominical pero hice una parada en la librería « l’Arbre à lettres » en donde compré tres libros : un español, un chileno y un salvadoreño 🙂
En la plaza de los Vosgos, pocas cosas me entusiasmaron en los escaparates de las galerías de arte. Luego en la calle des Francs Bourgeois, encontré un sinfín de gente, invadiendo las tiendas de moda. Al ver eso, pensé que la apertura de los domingos no es un verdadero progreso…
Total para reconfortarme pasé por la pastelería de la calle Rambuteau y luego volví a casa.

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¡Lluvia!

Si tuviera que resumir esta semana, « lluvia » sería la palabra más adecuada. Así que retomé el paragua comprado en la tienda del pasaje del ancla y caminé entre los charcos.

Los azares de las compras en un sitio de segunda mano me llevaron a la ZAC Dupleix. Este barrio fue construido en 2002, cuando el ministerio de la defensa abandonó el cuartel que tenía allí, justo al lado de la torre Eiffel. En la parte central instalaron un jardín de casi un hectárea y alrededor una decena de arquitectos diseñaron edificios de una decena de plantas. Así es como unos edificios de viviendas sociales lindan con edificios poblados de altos cargos de la administración.
Cuando pasé por allí, al anochecer, el jardín ya estaba cerrado y tuve que seguir los soportales que bordean el jardín. Pocos comercios y pocos peatones, todos volviendo a su búrbuja con prisa… No tuve buenas sensaciones pero intentaré pasar por allí de día por si surge algún encanto.

El día siguiente me llevó al distrito 14 en donde descubrí el nuevo piso de una pareja de amigos.
Tercer piso de 40m2 con doble orientación, sin ascensor y un alquiler de 1040€: ¡Una ganga!
Por cierto la población de este barrio es muy diferente de la de mi barrio : menos obreros, más intelectuales, y un promedio de ingresos que supera él de mi barrio de un 33%… Y además tienen buenas pastelerías 🙂

El jueves por la noche pasé delante de una de las terrazas ametralladas, en una esquina de la calle faubourg du temple. Tras un cierre temporal, el café volvió a recibir clientes y esa noche, se veían varias personas en la terraza.
En otra esquina muy cerca de este sitio, el artista Jérôme Mesnager regaló un dibujo especial a los acontecimientos con la leyenda:

¡Estamos en la terraza!

De momento, ni los atentados ni el estado de emergencia acabaron con la buena vida parisina. Pero los problemas económicos se notan cada día más y esos sí que podrían lastimarla.

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¡Obras!

Entre las numerosas cualidades de la ciudad de París, es preciso mencionar una tradición de mantenimiento de su patrimonio histórico y arquitectónico.

A principios de Enero empezó una gran operación de mantenimiento del canal Saint Martin y lo primero fue vaciar el canal. Por cierto el país que albergó la última conferencia de medio ambiente no podía hacer eso sin movilizar equipos para rescatar los miles de peces que viven en el canal y trasladarlos hacia partes más acogedoras…

Luego el fondo embarrado del canal empezó a desvelar una colección asombrosa de objetos de todas clases. Motocicletas, carritos de las compras, tazas de baño, muebles, armas…
La gran novedad fue la presencia de una centena de bibicletas Velib y de una cantidad impresionante de botellas. Las primeras no existían cuando hicieron la limpieza de 2001. En cuanto a las segundas, se considera que fueron tiradas por las personas que se reunen en la orilla del canal para chatear al atardecer.

De momento la temperatura no da ganas de sentarse en la orilla y cuando sale un rayo de sol, las vallas de las obras no permiten instalarse. Pero el canal sigue siendo un lugar de paseo para los parisinos. Son muchos los que vienen contemplar las obras y sacar algunas fotos.
(De paso, uno constata que la profundidad apenas alcanza 2,5 metros…)

Si la limpieza del canal fue la parte más espectacular del proceso, también aprovecharán el vaciado para mantener las esclusas, desmontar las compuertas y hacer todas las reparaciones necesarias.

Dicen que las obras terminarán el 4 de Abril.
A ver si respetan este calendario que coincide con el principio de la temporada de los picnics y chateos.
Continuará…

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