Caos cotidiano

Ya se acabaron las vacaciones escolares y las familias volvieron a la realidad parisina, con la obligación de adaptarse una vez más a la hora de invierno y la necesidad de ahorrar porque dentro de poco llega el viernes de todos los gastos.

Si París superó bastante bien la prueba de las tempestades, varias líneas de trenes regionales fueron impactadas y los primeros días de la semana resultaron muy complicados para todos los que no pueden practicar el teletrabajo.

Mientras tanto, las obras en proceso para acoger los juegos olímpicos necesitan a muchos obreros y el proyecto de ley acerca de la inmigración pone las cosas requeté complicadas.

En la puerta de la Chapelle, los obreros que construyen la sala que acogerá las competiciones de bádminton y de gimnasia se declararon en huelga con la amenaza “Si no hay papeles, no habrá juegos”, lo cual resulta muy impactante. Desgraciadamente, la empresa que dirige las obras trabaja con muchos subcontratistas, y estos últimos contratan empresas de trabajo temporal para encontrar a los obreros que necesitan. Varios sindicatos apoyaron a los “trabajadores sin papeles” para negociar la regularización de la situación, pero el proceso será probablemente largo y complicado.

Este año el día de celebración del Armisticio de 1918 cayó un sábado. Normalmente es un día festivo, pero al pasear por el centro de París no se notaba mucho ya que casi todas las tiendas estaban abiertas. Aproveché la situación para ojear algunos productos, pero aplacé las compras.

Y hoy visité los dos mercadillos de segunda mano instalados cerca de mi casa sin convicción.

También pasé por una galería que propone algunas obras de estos artistas que dan una nueva vida a la historia de Caperucita y el lobo. Pero por tercera vez, la galería permanecía cerrada… Tampoco encontré otros dibujos a azar de mis deambulaciones.

Acabo pensando que el lobo y Caperucita se marcharon de viaje…

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